La tribuna

José Luis Valverde

Cambio climático y granjas solares

FRENTE a las catastróficas consecuencias que se prevén del cambio climático, el desafío, decisivo, es la programación urgente del paso de la economía del petróleo a la economía "hidrógeno-fotovoltaica". Frente a los lamentos, la acción. Nadie debería intentar poner etiquetas políticas a la promoción y apoyo de esta energía. Cada gobierno se debe valorar no por lo que declara, sino por el grado de eficacia con el que promueve y desarrolla estas políticas.

El esfuerzo global para reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero y la promoción de las tradicionales energías renovables es algo necesario, pero no suficiente. Se necesita ligar los efectos del cambio climático con una reformulación, revolucionaria, de la estrategia global de la energía.

La combinación de la energía fotovoltaica y la economía del hidrógeno es la respuesta decisiva para afrontar el problema. En la actualidad, la participación de las energías renovables en Andalucía representa un 5,2%, mientras que la media española se sitúa en un 6,3 por ciento y la media europea está también muy lejos de alcanzar el objetivo propuesto del 20 por ciento. El plan energético para Andalucía tiene como objetivo para el año 2010 que la aportación de las energías renovables al consumo de energía primaria sea del 15 por ciento. Andalucía incumple escandalosamente sus propios objetivos de programación.

España está también muy lejos de cumplir su objetivo particular asignado por la Unión Europea. Debe promover, de inmediato, la instalación de sistemas de energías renovables en todo su territorio nacional. Estamos en una situación privilegiada. Si la comparamos con Alemania, tenemos el triple de radiación solar anual; no es comprensible que aun así tengamos diez veces menos de generación solar instalada.

Entre todas las tecnologías de producción de energía, la economía "hidrógeno-fotovoltaica", es la respuesta decisiva. No es ninguna utopía. Es una realidad tecnológica actual. Sus posibilidades de innovación para mejorar los rendimientos están muy lejos de haberse agotado. De ahí que poner en marcha programas de investigación de choque son esenciales para mejorar los rendimientos y multiplicar los beneficios.

Hoy ya son viables económicamente. Las inversiones en este campo tienen un rendimiento asegurado muy superior al que obtiene la media de los planes de pensiones en Europa. Con la tecnología actual, muy lejos de sus potencialidades, utilizando un 5,3 por ciento del territorio español podríamos llegar a cubrir la demanda nacional eléctrica con energías renovables.

Las Granjas y Parques fotovoltaicos son ya una realidad. Sólo la irresponsabilidad de los gobiernos, y de todas las Administraciones; la inercia y desidia de los operadores económicos, y de las instituciones financieras, están retrasando su expansión.

Resulta cínico pretender comparar el precio relativo actual de las distintas fuerzas de energía sin "internalizar" sus costes exteriores. Es decir, sus efectos devastadores para la humanidad, como lo es el cambio climático.

Mientras se siga promoviendo la especulación salvaje de la construcción, el endeudamiento masivo de las familias, la economía sumergida, el fraude del IVA y demás figuras distorsionadoras de nuestra economía, no podremos afrontar con eficacia los desafíos básicos de nuestra sociedad.

Nadie debería seguir enriqueciéndose contaminando y apropiándose del patrimonio común de la humanidad: suelos, agua y atmósfera. La sociedad actual ha de concienciarse de que respirar aire limpio cuesta dinero. Alguien tendrá que ir aportándolo. Las sociedades desarrolladas se escandalizan de que los países en desarrollo estén destruyendo los bosques tropicales. Pero pocos llegan a asumir que si no queremos que esos pulmones de la tierra desaparezcan habrá que financiar su persistencia y renovación Son los grandes filtros de absorción de las emisiones de CO2.

Los problemas medioambientales tienen consecuencias globales, pero se originan en cada casa, en cada empresa, en cada actividad que se realiza en todos los municipio. De ahí la gravísima responsabilidad de los alcaldes que no solamente incumplen, sistemáticamente, las leyes medioambientales, sino que no utilizan sus competencias para promocionar e impulsar las medidas que suponen una transición de la economía del petróleo a la del hidrógeno.

Las administraciones municipales pueden ser abanderadas en la promoción e implantación de las nuevas tecnologías energéticas no contaminantes y que facilitan el ahorro. Es más, las Administraciones públicas y las grandes empresas deberían empezar dando ejemplo y en vez de gastar cantidades ingentes en publicidad de imagen deberían ganarse credibilidad invirtiendo y promoviendo el uso de las nuevas tecnologías energéticas.

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