Centralismo

La noticia, la verdadera noticia, estaba en Madrid. Como, por otra parte, ha pasado toda la vida

Definitivamente no tenemos remedio. Cuando se han cumplido 38 años de la instauración de la España de las autonomías y cuando se ha alcanzado, en términos generales, una envidiable descentralización política y administrativa, al final, en el fondo de nuestras conciencias ciudadanas, seguimos albergando una irrefrenable inclinación centralista y nos sigue fascinando todo aquello que pueda ocurrir en, como decían los antiguos, la Villa y Corte. Porque Madrid sigue siendo Madrid, el rompeolas de todas las españas; lo mismo que las cosas que no salen en televisión son como si no hubieran ocurrido, las cosas que ocurren en la capital siempre tienen un aire de superior importancia. O algunos así lo creen.

Ha sido peatonalizar, de forma parcial y transitoria, la Gran Vía y es como si España entera haya sentido una profundo desgarro interior que la ha sumido en una profunda polémica. Han pasado días y casi semanas en las que no ha habido telediario, informativo, periódico, emisora de radio, debate o tertulia en que no se haya analizado hasta la náusea los pros y los contras de tan trascendental decisión, como si en ningún lugar de España hubiera ocurrido nada parecido, nunca. A todos los españoles, lo queramos o no, desde Galicia a Andalucía y de Extremadura a Baleares, no nos ha quedado más remedio que asistir a esa gran discusión, como si nos fuera la vida en ello, aunque, con toda probabilidad, la inmensa mayoría de lo telespectadores, oyentes o lectores no vayamos a pasear por tan castiza calle en estas fechas. No importa. Periodistas, reporteros y locutores parecían tener una especial inclinación en que todos los españoles participáramos de tan trascendente hecho. Y ahí tienen a doña Esperanza Aguirre, siempre entre lo pintoresco y lo esperpéntico, midiendo la calle a zancadas, anunciando batallas políticas y jurídicas contra la incalificable actuación de la alcaldesa Carmena, que en el fondo lo que pretende es atentar contra el carácter cristiano de las fiestas navideñas Tanta lucha por la autonomía, tanta batalla política por la descentralización del poder, tanto esfuerzo por la defensa de las señas de identidad de cada territorio autonómico, para venir a naufragar ante la importancia de peatonalizar una calle madrileña. Así de simple. Poco importa que en Granada 40.000 personas se manifestaran contra una reforma sanitaria o que las provincias de Málaga y Cádiz fueran castigadas por una dañina borrasca. La noticia, la verdadera noticia, estaba en Madrid. Como, por otra parte, ha pasado toda la vida.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios