Editorial

Choque en las altas magistraturas

EL Tribunal Constitucional ha enviado una carta al presidente del Gobierno quejándose de las críticas que ha realizado el Fiscal General del Estado a su sentencia que absolvía a los financieros Alberto Cortina y Alberto Alcocer de un grave delito de estafa. La protesta se enmarca en el contexto del enfrentamiento entre el TC y el Tribunal Supremo a cuenta de este caso. El TS había condenado a Los Albertos a tres años y cuatro meses de cárcel. El Constitucional, por su parte, ha reinterpretado la doctrina tradicional sobre la prescripción de los delitos, haciéndola depender de la admisión de la querella por un juez en vez del momento de su presentación. El resultado de esta divergencia es que los dos primos financieros se han librado de la cárcel y de devolver el dinero estafado a sus socios, lo que ha generado una fuerte polémica y propiciado la idea de que el amparo dado por el TC a Cortina y Alcocer supone consagrar la existencia de una justicia clasista, distinta en función de los implicados y dar alas a las defensas de otros financieros involucrados en escándalos de corrupción para que también intenten garantizarse la impunidad de sus clientes poderosos. Esto es lo que criticó el Fiscal General y lo que ha movido a la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo a denunciar que el TC ha alterado el equilibrio entre los órganos constitucionales autoconcediéndose un poder, el de interpretar la legalidad ordinaria, que la Constitución no le otorga. El conflicto institucional planteado es muy grave y sin duda contruibuirá al desprestigio de uno de los poderes nucleares del Estado democrático. Independientemente de los argumentos de una y otra parte, creemos que la carta remitida por la presidenta del Constitucional al presidente del Gobierno yerra por completo: el Fiscal General del Estado, aunque nombrado por el Gobierno, no es un órgano que funcione bajo sus órdenes ni su dependencia, por lo que no cabe ir a quejarse de su comportamiento al Ejecutivo. El Constitucional se ha equivocado, quizás doblemente.

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