PANORAMA SIN EL SILO

Francisco Peñalosa

Coches de choque

PARA los niños de los 50 -tiempo de silencio- los coches de choque eran "lo más" de las atracciones feriales. Hoy, el recuerdo de aquello sirve como metáfora para ilustrar los topetazos que se propinan, interactivamente, Gobierno y oposición e incluso entre los miembros de un mismo partido. Son choques frontales, abordajes laterales, impactos por la espalda, pescozones, zancadillas, argucias, regates, etc.

En Málaga cualquier tema es buen pretexto para el desencuentro: AVE, POT, VPO, Puerto, rondas, el Benítez, Arraijanal, Cuartel de la Trinidad, Picasso, picudo rojo. Lo último es el asunto del río Guadalmedina. Embovedarlo es de derechas y hacerlo navegable es de izquierdas. Si los políticos frecuentaran hemerotecas y archivos, conocerían una espléndida perspectiva en tinta sepia dibujada por un discípulo de Anton Van der Wyngaerde en 1565. Procede del archivo de la familia Nevermore y se puede contemplar en la Fundación Cualesquieri. En el dibujo se ve el río Guadalmedina sobrevolado por un elegante y hermoso puente longitudinal que discurre a todo lo largo del eje fluvial. A simple vista parece tener unos veinte o veinticinco metros de ancho, por lo que en ambas márgenes existe un amplío espacio libre entre puente y ribera. Da la impresión de levitar sobre el cauce, como si de una alfombra voladora se tratara. En la versión siglo XXI el puente debe desarrollarse entre Las Pedrizas y la desembocadura del Bulto. Esta vía de penetración norte-sur, en confluencia con el Paseo Antonio Machado, puede funcionar como el cardus y el decumanus del Imperio Romano.

También conviene que los políticos, además de visitar archivos y hemerotecas, bajen a la calle a beber el vino de las tabernas. Así podrán conocer y solucionar algunos problemas difíciles. Como, por ejemplo, lo de poner letra al himno nacional. Hace unas semanas, en un bar de Lagunillas, un grupo de indígenas malakatís se extasiaba ante la TV, con el recital que Robinho estaba dando por el lado izquierdo del Nou Camp. Uno de ellos, sin poderse aguantar ante tamaña exhibición de virtuosismo balompédico, se arrancó entonando nuestro himno nacional. Cantaba así: "Mía, / tuya, / si quieres me la pasas, / si no quieres, no, / porque es tuyo el balón. / Corre la banda con tu bicicleta / y coge la bandera del pueblo español". Málaga cantaora.

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