La puntilla

Juan A. Navarro Arias / Janavarro@malagahoy.es

Coherencia

LA coherencia es una virtud que escasea. Ya ven la hipocresía catalana con la defensa que ahora realizan de la barbarie de los toros embolados tras la prohibición de la Fiesta. Allá cada cual, pero en ocasiones ser coherente es una obligación. Después de la plausible e histórica suspensión del festejo del sábado, por falta de toros aptos según los veterinarios del equipo gubernativo, ahora hay que ser coherentes. Aunque los aficionados malagueños sigamos colorados tras el bochorno vivido, el listón está alto y de ahí no puede bajarse, como en otras ocasiones se ha hecho. Y si llegado el momento volvemos a quedarnos sin festejo, pues otro día será, cuando tengamos toros. Mejor así que ir a la plaza para que nos tomen el pelo, como no en pocas veces ha ocurrido. ¿Todos recordamos a La Malagueta gritando "queremos toros"? Esta feria se echan en falta las fotografías del aficionado Pepe Pastor en uno de los blog de obligada visita para el aficionado malagueño, Malaka Taurina. Ha sido uno de tantos aficionados que este año no ha renovado su abono. Dijo que no le gustaban los carteles e hizo lo más coherente. Y como digo, esta virtud escasea. Dicen que el rejoneo es toreo a caballo, pero no imagino a ningún espada pidiendo los aplausos del respetable como ayer hicieron los tres caballeros de forma repetida. Ni a ninguno tirando sus trastos tras matar un toro, como hizo Diego Ventura, o lanzando la montera como si fuera un desecho, al estilo del propio Ventura con su sombrero. Leonardo Hernández es más ortodoxo, pero agarrarse al pitón para derribar al enemigo es de todo menos torero. La euforia de Rui Fernandes tras no hacer nada en el primero para ver si le dan una oreja fue ridícula. Si entre tanta incoherencia, el coherente es el loco, bendita locura.

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