Corrupción a mogollón

La historia reciente de Samsung, tras el incendio de las baterías del Galaxy Note 7, no deja de tener altibajos

En 1994, y con el título del presente artículo, Francisco Ibáñez presentaba una magnífica historia sobre la persecución de Mortadelo y Filemón al director de la guardia "viril", que se había llevado todos los fondos de dicho cuerpo policial. Los parecidos con la realidad fueron más que sugerentes y representaron, desde su faceta humorística, el triste destino de gran cantidad de dinero público para fines privados, tan recurrente en nuestra democracia.

Pero parece que si fuera posible definir distintos niveles en la corrupción política, el primer premio mundial se lo ha llevado Samsung en su país de origen, Corea del Sur. No solo ha logrado hacer caer a la presidenta de este país, Park Geun-Hye, y a su mano derecha, Choi Soon-Sil, conocida como La Rasputina, sino que el propio heredero y presidente de la empresa, Lee Jae-Yong, ha sido condenado a 5 años de cárcel por sobornos. El problema es realmente grave, teniendo en cuenta que esta compañía maneja el 20% de la economía de este país asiático, y la posible disolución de este grupo empresarial pudiera tener resultados impredecibles en el desarrollo tecnológico mundial.

Lo que no deja de ser paradójico es el destino del cohecho. Con él se ha pagado, entre otros gastos, el programa de equitación en Alemania de la hija de La Rasputina. ¿Tan simples intelectualmente pueden llegar a ser algunos que necesitan que les subvencionen los gastos de las comuniones, el consumo de cocaína o las clases para montar a caballo? Desde luego nadie se libra de estas corruptelas, por muchos golpes de pecho que se den, pero sigue sorprendiendo que, cuanto más dinero y grandes sueldos poseen, menos gastos básicos quieren tener.

La historia reciente de Samsung, tras su fracaso por el incendio de las baterías del Galaxy Note 7, no deja de tener altibajos. Si bien sus enormes avances en el desarrollo de pantallas flexibles con tecnología OLED pueden impulsar a la compañía en nuevos campos, compitiendo con LG y Apple, el tiempo no corre a su favor y sus problemas políticos podrían provocar el colapso del grupo. Y cuando una empresa posee más de 550.000 empleados el problema de corrupción y sus repercusiones pasan a ser globales. Sin ir más lejos, las innumerables relaciones investigadoras con Samsung de las universidades españolas, y particularmente de la malagueña, son muy importantes, de ahí la preocupación generalizada.

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