EL II Plan Estratégico de Málaga ha editado un cuaderno para definir qué modelo hay que aplicar en la ciudad para atender las futuras demandas de cruceristas que lleguen al Puerto de la capital. El estudio realiza una prospección sobre la evolución de este sector turístico, que ha logrado poner al alcance de casi todo el mundo una fórmula de ocio que hasta hace poco años se asociaba a las clases sociales más pudientes. Estima que si se mantiene la tendencia actual, en 2015 podrían llegar por esta vía 1,2 millones de viajeros al año, más del doble que en la actualidad.

"¿Qué harán y a dónde irán esos turistas cuando a las 8 de la mañana se encuentren a la entrada de la calle Larios?", formula la inquietante pregunta del autor del trabajo. A la vez se interroga sobre si la ciudad está preparada para ofrecer atractivos suficientes y diversificados, en horarios compatibles, y distribuidos por todo el centro histórico para reducir las colas ante monumentos y museos u otros puntos de ocio. Y cuestiona finalmente si son conscientes empresarios e instituciones municipales del problema que se nos viene encima. Bendito problema, añado yo.

El informe remata que si se quiere vender el destino Málaga como puerto base como origen o final del crucero, la apuesta del centro histórico tanto empresarialmente como administrativamente "debe ser total", y eso exige adaptar los horarios comerciales y culturales a las exigencias de este importante núcleo de visitantes. Añade también que los puertos andaluces son complementarios para ampliar la oferta de itinerarios y atractivos y que es posible integrar un frente crucerista liderado por Málaga que integre a Cádiz, Sevilla y Almería.

Hace un año, tras el debate, necesario como se puede apreciar y corto, sobre la necesidad de abrir los negocios en festivos, la Consejería de Turismo y Comercio anunció la elaboración de un estudio al respecto. Sólo tengo constancia de una ocasión en la que Málaga se haya anticipado a la demanda: el nuevo aeropuerto. Este sector nos abre unas alternativas de las que no somos o no queremos ser conscientes. Que la punta de lanza sea hasta ahora el estanco de la calle Granada no es más que un pobre bagaje .

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