Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Cuadrando nubes

Hay que ver la gente, que se desespera y se indigna por cualquier cosa, como la cancelación de un vuelo

Entiendo por lo que debe estar pasando Michael O'Leary. Toda mi solidaridad con el presidente de Ryanair. El pobre. Habrá quien diga: "¿Pero cómo puede alguien ser comprensivo con un tipo al que lo único que le preocupa es el engorde de su cuenta de resultados mientras deja en tierra a casi 400.000 personas con la cancelación de unos 2.000 vuelos?" Y habrá quien añada: "Este está untado por Ryanair para que escriba eso en el periódico. Un pesebrista, seguro que le han regalado un viaje". Con piloto, claro.

En fin, cada cual es libre de pensar lo que quiera. Pero qué menos que un poco de afecto con alguien al que se le ha descuajaringado el cuadrante de los pilotos. Vamos, que se ha hecho un lío con las vacaciones de la plantilla y cuando se ha venido a dar cuenta no había personal que poner a los mandos de los aviones. Ergo cancelación al canto. ¿De quién iba a echar mano? ¿De Otto, el piloto automático de Aterriza como puedas? Tampoco es para desesperarse. La gente se indigna ya por cualquier cosa. A ver, ¿qué se ha chafado? ¿unas vacaciones? ¿la luna de miel? ¿una despedida de soltero en Letonia? Bah, minucias si se comparan con el desasosiego de O'Leary. Todo eso puede repetirse, de hecho se repetirá, pero un cuadrante de turnos fallido. Uf, eso es duro, eso mancha un currículum. Hay que tener experiencia en lo de los cuadrantes para compadrarse con el jefe de Ryanair. ¿Usted la tiene? ¿Está usted encargado de cuadrar los turnos de descanso, las guardias y las vacaciones de unos cuantos empleados, aunque sean unos pocos? ¿Sí? ¿Y no comprende a O'Leary? Hacer un cuadrante es un marrón. De los oscuros. No sólo hay que tener en cuenta la intensa actividad social de los demás -bautizos, primeras comuniones, puestas de largo, pedidas de mano, bodas, cumpleaños, aniversarios, procesiones, barbacoas y hasta partidos de fútbol vitales para la existencia de algunos-, sino que recibe uno información de la vida privada ajena que preferiría ignorar -desajustes gastrointestinales, conflictos conyugales, aventuras extramatrimoniales, catástrofes domésticas y asuntos propios y hasta impropios de quien reclama ese derecho-. Así que es para dar unas palmadas de consuelo en la espalda al mandamás de Ryanair, al democratizador del espacio áereo, al último retador que le ha echado huevos a la ley de la gravedad. Ah, y a los encargados de cuadrar las vacaciones de sus pilotos: Mr. Justerini y Mr. Brooks.

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