Cuarenta años del 4 de diciembre

De aquella historia saqué una conclusión. Hubo pacto de silencio entre UCD y PSOE para no remover lo que pasó

Viví el 4 de diciembre de 1977 en Granada. Nada que ver la Física que elegí en mi primer contacto con la Universidad con el Periodismo que, cuarenta años después, me permite ahora asomarme a esta ventana. De aquella etapa, el recuerdo de que cualquier manifestación significaba acabar corriendo delante de los grises o buscar cobijo en un portón, si tropezabas casualmente con alguna protesta por alguna calle. Pero nunca se me olvidó en aquellos meses una pintada que, desgraciadamente cobró mucha fama: "Martín Villa, los estudiantes no vuelan". El inefable, entonces, ministro del Interior y la versión oficial que siempre facilitaba el Gobierno de la UCD para explicar los incidentes. Agentes de la Policía Armada al verse acosados efectuaron varios disparos al aire. Lástima que en ocasiones alguno de ellos equivocara el punto de mira.

Veinte años después, el equipo de informativos de la Ser en Málaga, que entonces dirigía, obtuvo el premio Andalucía de periodismo por una largo reportaje: "Tres días de diciembre". La fiesta que acabó en tragedia y los disturbios que sumieron luego a la capital, como consecuencia de la muerte de un disparo por la espalda de Manuel José García Caparrós, un joven de 18 años que había acudido a la multitudinaria manifestación para reclamar la autonomía de Andalucía. Una tragedia que desencadenó la intención de colocar una bandera andaluza en el balcón de la Diputación y el cerrilismo del entonces presidente del organismo, que conocía de antemano esas intenciones, que no estaba dispuesto a permitirlo. Visto hoy con perspectiva, la historia resulta increíble.

Aquel trabajo periodístico nos ofreció la oportunidad de hablar con numerosos testigos. Y una conclusión: el pacto de silencio que se alcanzó entre la UCD y el PSOE para no remover lo que sucedió. A cambio, la limpieza de las estructuras franquistas de aquella Policía. En 1981, con ocasión del golpe de Estado, la ya Policía Nacional jugó un importante papel en favor de la democracia. El epílogo de la Transición.

Nunca los socialistas se sintieron cómodos con el caso García Caparrós. Sólo en 2013, y con Izquierda Unida en la Junta, se le concedió la Medalla de Andalucía a título póstumo. Quizá el cargo de conciencia, porque se aceptó ocultar la realidad. Un peaje que los políticos de entonces pagaron porque entendían que era la mejor fórmula para dejar atrás la dictadura. El policía que disparó continuó tranquilamente en el cuerpo sin consecuencia penal ni administrativa. Sus compañeros lo sabían. Ahora el Gobierno andaluz exige que salgan a la luz todos los documentos. Y a la familia de García Caparrós le asiste el derecho a saber toda la verdad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios