LA situación es de emergencia en lo económico y de parálisis en lo político. Esto último alimenta las especulaciones sobre la salida política a la crisis. Existen tres posibilidades institucionales de superar el atasco de España: elecciones generales anticipadas, que Zapatero plantee la cuestión de confianza o que Rajoy presente una moción de censura. Ninguna se va a producir. Estamos condenados a perseverar en el estancamiento actual.

Vamos por partes. La convocatoria de elecciones es una facultad exclusiva del presidente del Gobierno, previa deliberación del Consejo de Ministros (artículo 115 de la Constitución). Podemos descartar que se adelanten en este momento, por una razón bien sencilla: todo presidente convoca, dentro del margen que le da la duración de la legislatura, cuando le conviene, cuando cree que favorece a sus intereses electorales. Nadie se dispara a las piernas. Estaremos de acuerdo en que si hay algo que no conviene ahora mismo a ZP es someter su gestión al veredicto de los ciudadanos.

Está, Zapatero, en el peor momento de su popularidad, y todas las encuestas le dan perdedor frente a Rajoy. En realidad, toda su política de los últimos meses consiste en ganar tiempo, esperar a que escampe y confiar en que la crisis, al igual que vino, se vaya, aunque sólo sea a rebufo de la mejora que ya viven otras naciones de nuestro entorno. Idéntico motivo se da para desechar la cuestión de confianza. Ésta la plantea el gobernante en coyunturas dramáticas o especialmente difíciles. Presenta en el Congreso de los Diputados un programa o una declaración de política general y se considera ratificada la confianza para seguir gobernando cuando le respalda la mayoría simple de la Cámara (artículo 112 de la Constitución). Ahora bien, Zapatero ya dispone de esa mayoría simple y una cuestión de confianza sólo serviría, hoy por hoy, para que todos los grupos parlamentarios le dieran fuerte y flojo, sin arrancarles por ello un solo voto más.

Tercera hipótesis, la moción de censura, que podría proponer la décima parte del Congreso, siempre que se incluya en ella un candidato a presidente del Gobierno. Sería la oportunidad de Mariano Rajoy. Pero en nuestro sistema constitucional (artículo 113) la moción de censura, para triunfar, necesita no mayoría simple, sino mayoría absoluta. Rajoy no la tiene ni los demás grupos de la oposición se la van a proporcionar. Podría utilizarla, eso sí, para desgastar aún más al Gobierno, como hizo Felipe González con Suárez, pero el mismo PP no confía demasiado en que su líder venza en el debate a Zapatero. Prefiere seguir esperando que madure por sí misma la caída del actual presidente.

Hay una cuarta salida: un gobierno de coalición PSOE-PP. Es la que responde mejor al interés nacional. Pero no son tan patriotas...

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