La cornucopia

Gonzalo Figueroa

Decencia deteriorada

SIEMPRE resulta arriesgado mencionar los defectos del prójimo, porque hace ya siglos que Molière ridiculizó en su Tartufo al hipócrita virtuoso que se escandaliza ante el pecado ajeno. Pero es que un simple recorrido por los periódicos de estos días va desgranando un panorama aterrador de corrupción colectiva, de delincuencia en políticos de supuesta honestidad, de crímenes sanguinarios de inesperada autoría. No viene mal una ligera ojeada que nos alerte.

En El Ejido, Almería, la policía ha detenido al alcalde y al interventor judicial, y con ellos también a otros 18 inculpados; en Huelva, un conductor, al bajarse por sentirse perseguido por un coche, muere apuñalado por sus ocupantes en presencia de su novia; una mujer es hallada sin vida en un charco de sangre en Isla Cristina; en Sevilla, tres mandos policiales son imputados de negligencia tras el robo de droga en Jefatura; en Córdoba, seguidamente de un incendio, una pareja es encontrada muerta con claros signos de violencia; en Málaga, otro matrimonio es encarcelado por el fallecimiento de su bebé y las heridas de su hermano mellizo, ambos víctimas de malos tratos por sus padres; un hombre de 78 años es juzgado en Jerez por degollar a su ex mujer; un joven agrede en Chipiona a su hermano por fumar, provocándole heridas de consideración; varios conductores sin carné o sin puntos son detenidos en Cádiz después de una accidentada persecución policial; dos españoles son detenidos en Algeciras con hachís oculto en botes de champú; un mecánico encargado de reparar un coche se apropió de éste, cometiendo en el trance varias infracciones de tráfico…Y aquí interrumpo el listado para permitirme rellenar el poco espacio sobrante de esta columna con alguna moraleja, más allá de la obviedad delincuencial que se desprende del citado repaso.

En sendos artículos publicados en El País hace poquísimos días, Luis García Montero y Concha Caballero se referían a esta criminalidad con acierto. Para el primero, lo de El Ejido no supone "buenos tiempos para la conciencia cívica", pero afortunadamente, allí encontró un grupo de personas dispuestas a defenderla. Y para Caballero, estos graves casos de corrupción invitan al debate sobre el "liderazgo", pero que "nuestros políticos actuales no quieren ver nuevos caminos". Y yo me pregunto, dando por triste e irremisiblemente maleada esta generación adulta, ¿cómo educar a niños y jóvenes para afianzar la decencia? Nuestra bella Andalucía debe urgentemente recuperar la "conciencia cívica" y un "liderazgo" reconstructivo.

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