La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Democracia robusta

Está exhibiendo mecanismos jurídicos y policiales para investigar, juzgar y enchironar al que caza trincando

Se está empezando a poner excusas de malos perdedores por parte de quienes quieren la destrucción de España como Estado. Buscan tapar el escenario de libertad donde se exhibe la película de lo logrado día a día durante los cuarenta últimos años, y justificar así, con exagerada retórica, negativa y populista, su perverso plan del cambio de régimen. Quieren evitar el orgullo por lo logrado y dar paso a su plan absolutista y antidemocrático.

Nuestra democracia aun tiene defectos que pulir, sin duda, pero muchos menos que aquellos que había cuando se inició el trayecto actual, tras la muerte del dictador. No podemos dejar de tener en cuenta que en la joven democracia española se ha juzgado a la hermana del Rey como a una ciudadana más; y a su marido, yerno del monarca abdicado y cuñado del vigente, se le ha condenado como a cualquier declarado culpable se condena.

Nuestra democracia está exhibiendo mecanismos jurídicos y policiales para investigar, juzgar y enchironar sin duda ni recato, aunque sí con pudor y mucha vergüenza, al que caza trincando. Vean si no la situación de los expresidentes de Cataluña, Andalucía o Madrid; o la del exconsejero de Empleo del gobierno socialista andaluz y sus ERE a la carta, sin que pertenecer al mismo partido del gobierno estatal o autonómico haya sido causa liberadora del encarcelamiento o imputación.

La democracia española ha sido suficientemente responsable de su función y obligaciones institucionales como para poner las esposas y llevar detenido delante del juez a un ex vicepresidente del Gobierno que fuera militante del partido que hoy gobierna España, y de meter en la cárcel de Guadalajara a ministros y secretarios de Estado, sin que sus partidos lo pudieran evitar.

En cambio, en España no ha habido Ejecutivo con tentación siquiera de disolver las Cortes y convocar "una constituyente" que elimine legalmente a los discrepantes con el gobierno, tal y como ha hecho Nicolás Maduro en Venezuela. No tenemos a un presidente dictando sentencias supremas contra la oposición desde el púlpito de su poder presidencial. Esa democracia que no separa los poderes ejecutivo, legislativo y judicial no es nuestra democracia. En España, el Tribunal Constitucional acaba de anular y afear la amnistía fiscal del gobierno. He ahí la diferencia.

Debemos estar orgullosos de nuestra democracia, de defenderla con ahínco, y evitar que los oportunistas del turno de mañana, o los indepes con sus referéndums ilegales por la tarde, vengan a reventarla por no decir sí a su dictado, al suicidio permanente que proponen, ese que sería la muerte de España como nación libre y próspera de Europa.

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