El rebalaje

laura / teruel

Despierten en 2018

SOY una optimista. No porque crea que los ilusorios brotes verdes serán frondosas plantas en un lustro, sino porque confío en que dentro de cinco años se habrán resuelto los principales quebraderos de cabeza de Málaga y su alcalde, que pretende seguir siendo entonces Paco De la Torre.

En un quinquenio vence el contrato con los dueños privados de Limasa y, con ello, el ERTE anunciado por la empresa, que reducirá en un tercio el número de trabajadores que se encarga de la limpieza de las calles de la ciudad. Animados por el éxito de los barrenderos madrileños -con cuyo recorte de derechos laborales y salariales no tiene comparación el conflicto malagueño-, se reafirman en el anuncio de huelga y apenas dan un paso atrás en sus pretensiones. Con el descrédito que sufren los sindicatos es digno de estudio el poder sin parangón de los representantes de este colectivo a pesar de gozar de menos simpatías ciudadanas que el personal sanitario o de educación cuyos derechos han sido jibarizados. Frente a estos, los privados que, como la banca, siempre ganan con este negocio monopolístico y no pierden ni en reputación. Y, en medio, el Ayuntamiento: De la Torre declaró que espera que no haya huelga y sólo eso hace, esperar. Pero nada erosiona a un edil tanto como barrios repletos de basura, por más que intente echar balones fuera sobre el porcentaje minoritario que tiene el Consistorio en Limasa o aunque se insista en presentar a sus trabajadores como privilegiados que tan sólo están dispuestos a quitarse las peladillas de la cesta de navidad en la negociación.

También falta un lustro para que concluya la eterna concesión de los Baños del Carmen a Vera y Acha y entonces el alcalde debería poner sus cartas sobre la mesa y plantear, sin ataduras contractuales ni intentando colar los intereses privados con enmiendas al PGOU, un proyecto ciudadano para ese degradado enclave que tanto echa de menos Málaga. Y, como sigamos con esta telenovela de acuerdos firmados que el Ayuntamiento relativiza después, hasta dentro de cinco años no asistimos a la inauguración del Metro-tranvía.

Y les digo que soy optimista porque creo que sólo habría que hibernar cinco años para que estén resueltos estos asuntos pues, a día de hoy, parecen tradiciones llamadas a formar parte de la historia interminable de la mala gestión en Málaga.

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