Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

Díaz y Candel, síntomas

Tanto Spiriman como Susana Díaz persiguen el liderazgo. Y esto no es malo. Son ambiciosos y ególatras. Voluntariosos, constantes. Seguro que no paran sus coches al borde de una carretera para ver volar a una bandada de zorzales. Ni se asombran ante el pájaro solitario que descansa en los cables de la luz, antes de retomar su vuelo. A los niños los miran como objetos de aproximación a sus padres, a los enfermos, como palanca de ascenso en el amor y consideración de la gente. Sin los ambiciosos obsesivos, el mundo disfrutaría de períodos más largos de paz y, también, más aburridos. Es posible que las ciencias y la filosofía sufrieran un parón perjudicial y castrante. Los caminos de Susana Díaz y del doctor Jesús Candel, por ahora, son diferentes. Parecen enfrentados, hasta el punto de que es probable que al doctor Candel, los Reyes le traigan una Susanita de carbón, y viceversa. Susana Díaz, por ahora, sólo utiliza el lenguaje políticamente correcto. Sus propuestas, algunas escandalosas o risibles, no contienen ni tacos ni ofensas no elaboradas, en bruto. Spiriman, utiliza el taco, la ofensa personal, sin pulir, la descalificación radical, porque piensa que así conecta más fácilmente con los granadinos enrabietados con tanto político y tanto sindicalista inepto o/y aprovechado. Si prestas atención a lo que dice Susana Díaz, rápidamente te das cuenta que va a lo suyo. Si lees entrevistas que le han hecho a Spiriman o sus vídeos, inmediatamente te salen tantas primeras personas del singular, tantos yoes, que parece, casi, un columnista o un bloguero de arrabal. Ambos usan también con profusión la palabra "todos", en algún momento dicen hablar en nombre de "todos" los andaluces o de "todos" los granadinos, como si dispusieran de escáneres de conciencias. Mas lo cierto es que no han podido contactar con "todos" los ciudadanos. Ambos son síntomas de los que nos pasa: el derrumbe de los partidos y sindicatos tradicionales y de sus promesas y propuestas. Si esto no hubiera sucedido, ni una Susana Díaz ni un Candel hubiesen tenido nada que hacer. Pero los problemas están ahí y mucha gente necesita cobijarse bajo la capa, o las promesas fantasiosas, de un líder. Asociarse, chismorrear, sentirse en comunión de intereses y de ambiciones con alguien. Echarse en manos de mesías, de populistas todoterreno que tienen hambre de votos y de reconocimiento; y que se mueven para conseguir el poder, y luego veremos… Eso no quiere decir que, una vez que lo tengan, no hagan algo beneficioso por el común; pero, en la lucha por conseguirlo, pueden dejar el territorio baldío.

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