La firma

Federico Cortés

Domingo de Resurrección

Si este domingo no recobra su lugar, si no dejamos de hacerlo infantil y comenzamos a colocarlo en el centro y la meta de toda nuestra actividad (...) ni se anunciará el misterio que nos salva ni la Semana Santa tendrá un desenlace triunfador

PARA muchos hace días que terminó la Semana Santa y a estas alturas del Domingo de Pascua ya casi han concluido sus personales balances de cómo ha transcurrido toda ella. Toman notas sugerentes para el próximo año, recuerdan anécdotas o simplemente adquieren conciencia de cómo se les ha ido, sin apenas darse cuenta, esta semana tan grande e importante para ellos. Otros, seguro que miran esta mañana luminosa y festiva, como el resumen de todo lo que ha sido la semana mayor y observan el paso del Resucitado con sus nazarenos que visten de colores las calles del recorrido oficial. ¡Sí! Para muchos esta procesión es un resumen, sin mayor entidad que la de ser el cierre, no tanto del drama representado durante los días precedentes, sino del esfuerzo de las hermandades realizado en Semana Santa.

Domingo de fiesta cofrade, día de encuentro de todos, ya la tarea se ha acabado y hoy hay tiempo de salir a ver la procesión, pero como ajenos a lo que se realiza, el Resucitado.... Bueno, eso es otra cosa, la procesión, el día grande, sin duda la salida de mi cofradía. Con este ambiente se suele vivir el día de Resurrección. Fiesta, saludos, vamos y venimos, nos asomamos al paso de los tronos, pero..., nada que destacar, nada nuevo que ver. Quizás, contar si falta alguna representación o si esta o aquella ha enviado más o menos nazarenos que otro año. Una procesión que transcurre con gran bullicio en la calle porque es domingo, y porque no hay mucho dónde elegir, bueno, no se necesita itinerario para vivir esta última jornada de procesiones.

Lamentablemente no es el día grande ni el más fervoroso, no tenemos conciencia de Pascua; de Domingo de Resurrección como una conclusión de lo vivido, pero no como victoria de cuánto hemos venido significando y vivencia de cuánto hemos expresado en los días precedentes. Quizás si el Resucitado fuera la primera en salir..., es posible que tuviese otro encanto o, quizás, por qué no, si éste fuera una hermandad propia con su estilo y sus peculiaridades, hasta de vida de competencia con las demás, es posible, que entonces quisiera ser también una procesión que pudiera hacerse sitio en la semana grande.

Mi querido lector, puedo darte la impresión de derrotista o de actitud negativa ante la visión o comentario que realizo ante este día, pero no es así, solo intento constatar la falta de contenido y de expresión que damos a este magnífico y el más grande día de la Historia. El Domingo de Resurrección, después de tanta expresión de dolor, pasión y muerte, debería ser una jornada llena de expresión, de gozo y alegría, un día de echar la casa por la ventana, y en el estilo cofrade, poner todo el esfuerzo y el patrimonio simbólico, cargado de arte y devoción, de nuestros enseres al servicio del anuncio que nos convocó el Domingo de Ramos, la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Un día cargado de verdadera emoción y de manifestación de júbilo por la fe que profesamos, haciendo de esta procesión la verdadera y más oficial de todas las procesiones de la Semana Santa. Deberíamos de dejar que este día y esta procesión fuese de niños y jóvenes, de cofrades voluntarios y de representaciones obligadas, para convertirse en el más sincero acto de pública protestación de fe en el que niños, jóvenes y adultos, cofradías por completo y las mayores representaciones de cada una de las hermandades compusiéramos el mayor de los desfiles de proclamación de nuestra fe por las calles de nuestra ciudad. Convocad a todos, hacerse presentes todos y comunicar la alegría de todos a todos los hombres y mujeres de Málaga con el mayor de los anuncios y la noticia más grande que el hombre puede esperar, "la muerte ha sido vencida y la vida reina para siempre". Entonces este domingo no sería de cierre sino de apertura, entonces la Semana Santa no concluiría sino que comenzaría algo más que una Semana santa, tendríamos ante nosotros el pórtico de las verdaderas y únicas fiestas cristianas: la Pascua y sería un domingo en el que la unidad de las hermandades y de todos los que nos gloriamos en la Resurrección del Señor podríamos poner de relieve la unidad de los creyentes y la manifestación al mejor estilo cofradiero de lo que habíamos venido anunciando los días precedentes. Si este domingo no recobra su lugar, si no dejamos de hacerlo infantil y comenzamos a colocarlo en el centro y la meta de toda nuestra actividad y se pone en acción con toda la fuerza que el mundo cofrade puede tener, ni se anunciará el misterio que nos salva ni la Semana Santa tendrá un desenlace triunfador del drama representado.

Hablamos que las cofradías y sus procesiones son verdaderas catequesis en la calle, si la catequesis no culmina en la comunicación del mensaje y del anuncio del amor de Dios con la proclamación de Cristo Resucitado, ni la catequesis se hará vida ni la vida que en ella se anuncia se hará catequesis para los hombres. Es posible, entonces, que todo quede en unos días de exhibición patrimonial, de actividad cultural y nos vayamos conformando en ser cada vez más animadores socio-culturales que más que catequizar se afana por representar una historia pasada y un mantener lo que para muchos es toda la tarea de las cofradías: sostener la tradición como fenómeno cultural de nuestro pueblo, pero sin mensaje de buena noticia, sin compromiso social ni manifestación de fe en medio del mundo.

Domingo de Resurrección, una tarea por hacer. Aún estamos por descubrir su sentido, anuncio y contenido. El día que descubramos el Domingo de Resurrección nuestras tradiciones llegarán a su punto más álgido y nuestra tarea de cofrade habrá llegado a completar su misión y su vocación. No es día de ver pasar, es día de pasar todos unidos en una y única procesión que manifieste nuestra fe y ponga de relieve que el anuncio de la Semana Santa no está parcelado en 39 hermandades, sino que es un solo anuncio y una sola manifestación de la fe del pueblo cristiano de Málaga. Si en alguna procesión o en algún motivo se ha de poner de relieve la unidad cofrade es sin duda en la proyección del Domingo de Resurrección y su mensaje, y esta parcela no es de un grupo, ni de unos devotos, es de todo un pueblo que se tiene por redimido por el amor manifestado en la Cruz de aquel al que hemos proclamado y mostrado como el Salvador de los hombres. Por un domingo de Resurrección completo, lleno y de todos, para que a todos llegue el único mensaje de la Semana Mayor.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios