COMO todos sabemos, especialmente si consultamos el diccionario, Don Tancredo fue un torero (Tancredo López) que introdujo en España, procedente de La Habana, una suerte del toreo consistente en permanecer inmóvil sobre un pequeño pedestal recibiendo al toro, la mayor parte de las veces, más que recibiendo al toro directamente recibiendo la cornada del toro. De ello se ha colegido siempre que la práctica del dontancredismo que, en sentido figurado, ha significado no hacer nada en política ante situaciones complicadas, ha terminado siempre con que el toro cornea a los políticos en el culo de los ciudadanos más desfavorecidos.

A estas alturas la complicada situación económica en todo el mundo no se le escapa a nadie por pocas entendederas que tenga. Es una situación de emergencia que requiere de medidas drásticas, serias y diligentes. Es una situación en la que es de la más absoluta de las prioridades generar confianza y tomar decisiones. Es una situación en la que las administraciones han de dejar de hacerse una absurda e inútil oposición y jugar a resolver con la mayor prontitud cualquier oportunidad inversora y generadora de empleo. Se acabó el dontancredismo y el peloteo de culpas bajo excusas de la aplicación, celosamente absurda, de legalidades traídas por los pelos y consideraciones funcionariales basadas en pajas mentales de técnicos irresponsables, especialmente porque estamos ante la delicada situación en la que estamos.

Es incomprensible que en nuestra desgraciada y torturada Málaga se nos pasen semanas, meses y, sobre todo, años en sacar adelante proyectos importantes para la ciudad. Llevamos años presenciando la paralización del proyecto del edificio de la Plaza de la Merced donde se ubicaba el cine Astoria. Esta plaza, quizás la mas emblemática de Málaga, sede de los restos del general Torrijos, y aderezada con la particularidad de tener la Casa Natal de Picasso, estuvo siempre cerrada en su lado este, (como no podía ser de otro modo para ser plaza y no una explanada), primero por un teatro, el Hospital de Santa Ana y el convento de La Paz, y después por el edificio en cuyos bajos estaban los cines Victoria, más antiguo, y Astoria, de ejecución más reciente.

Por imperativo del Plan Especial, el edificio de nueva planta ha de tener una altura igual a la de los edificios que conforman la plaza, estableciéndose que, en esa altura, habría planta baja más tres más ático en altura. Así estaba el proyecto original que presentó el promotor. El Ayuntamiento, con buen criterio, pactó con aquel que, pudiéndose hacer, sin alterar la altura, cinco plantas en lugar de tres, se hiciesen éstas aunque aumentase el número de viviendas resultantes y, a cambio, el promotor cedía una planta para la ampliación del Museo Casa Natal de Picasso y el compromiso de aportar un millón de euros para diversos arreglos del centro histórico. El acuerdo suena beneficioso para la ciudad pero, según parece, la Delegación de Cultura de la Junta le pone pegas. Se impone la decisión política de dejar de hacer el dontancredo y sacar cuanto antes adelante el proyecto. Seguro que así será.

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