La tribuna

tomás Navarro

EEUU e Irán: el reencuentro

LA presión de los grandes estados emergentes en Asia Central y Asia Oriental de la India, Rusia y China ha movido las piezas en el tablero geopolítico norteamericano. El presidente Obama no quiere que el futuro de su país no encuentre acomodo en los grandes espacios industriales, comerciales, tecnológicos y científicos que en toda esta vasta región planetaria se está desdibujando al día de hoy. Sólo Irán, potencia a tener en cuenta en este camino asiático, quedaba fuera de la diplomacia y del eje político EEUU que, desde la revolución islámica iraní hace casi treinta años, no mantenía relaciones ni diplomáticas ni de aproximación con Teherán sino todo lo contrario. Pero conforme Obama habló telefónicamente con el presidente iraní, Rohani, comenzaron unas conversaciones secretas que posteriormente fraguaron en las conversaciones oficiales actuales de las cuales ha brotado la vara mágica del acuerdo. Este pacto configura el Gran Oriente Medio ya que, el compromiso iraní de no forjar armamento nuclear alguno, es la llave que le abre a la República Islámica el levantamiento de las sanciones que Occidente, picado por las espuelas EEUU, le impuso por su impulso militar nuclear.

La renuncia de Teherán al arma atómica también es una barrera para que Arabia Saudí no la tenga (que ganas no les faltan y dinero mucho menos para forjarla). Y aunque Israel -el otro gran enemigo de Irán en la región- siga siendo un microestado con armamento nuclear, bacteriológico y químico jamás declarados y un "ente pirata" que incumple 22 resoluciones ONU, seguirá siendo el "niño malo" de EEUU en el área porque es Washington quien se encarga de controlar sus diabluras. De alguna manera la firma de Irán en el documento garantiza por parte USA que Israel -sin su consentimiento- no podrá utilizar dichas armas contra Irán.

Parece pues que este "acuerdo histórico" es un avance EEUU y de Obama también para terminar con el avispero yihadista en Iraq y Siria (y por su conexión en Libia y Yemen, entre otros puntos calientes). Pero también hay que reflejar el apoyo de Rusia y del presidente Putin a la firma de este acuerdo que, de camino, también le consolida y garantiza a Moscú su movilidad en Oriente Medio, y por su posición geográfica, la verificación de que el avispero yihadista de Daesh y Al Qaeda con sus filiales en el Cáucaso no se le trasladará a suelo ruso.

La soga ahora está en el cuello de Daesh y Al Qaeda que de un plumazo han visto cómo Washington y Moscú se van a repartir el mercado árabe y asiático. Este pacto, de facto, es el inicio en serio del exterminio del Daesh y su anomalía bárbara en suelo sirio e iraquí. Ni Israel ni Arabia Saudí y menos Turquía podrán seguir ayudando a partir de ahora a los grupos yihadistas que han sido utilizados como un imán en el área para "reordenar" ese Gran Oriente Medio en beneficio de la geopolítica del caos. Sin utilidad para Tel Aviv, Riad y Ankara (a Jordania ni la menciono) toda su diplomacia va a estar supervisada por Washington. EEUU ha confiado maquiavélicamente en sus aliados árabes (lujosas petromonarquías similares al régimen de Corea del Norte) para que le dejasen la era bien trillada. La piedra en el camino ha sido Siria, donde su líder laico, Bachar al Assad, trastocó con su fiera resistencia antiyihadista los planes para dividir al país entre las ambiciones turcas y la avaricia saudí. La resistencia numantina del régimen sirio apoyado por los libaneses del Hezbolá y Moscú, trazó una raya roja sobre Damasco que ha servido para que la Federación Rusa mantenga sus posiciones e influencia en el área.

La Rusia de Putin, tanto como los EEUU de Obama, han patrocinado un "reencuentro EEUU-Irán" porque a ambas superpotencias les interesa que circule el comercio y el progreso global en detrimento del tapón regional que suponía el aislamiento iraní, el desmadre yihadista y la extensión a otras áreas próximas al Medio Oriente del virus de Daesh y otras fuerzas nihilistas de su cuerda. Esto ya lo avisó hace tres años el propio presidente sirio cuando advirtió al mundo que éste tipo de terrorismo que utiliza el desenfoque político-religioso como un arma de guerra "intoxica y contamina" a todo el tablero mundial. Y razón, visto lo visto, no le faltó nunca a Bachar al Assad.

Este verano, de seguir sin contratiempos el acuerdo y eludiendo las minas israelíes para que fracase y las trampas saudíes por volcarlo, puede ser el de las operaciones militares conjuntas entre los ejércitos sirios e iraquíes (son tropas árabes) que con apoyo internacional más sincero y efectivo que el actual, logren colapsar en corto tiempo a Daesh y a su pantomima sangrienta de Estado Islámico en suelo de estos dos países. Eso sí siempre y cuando la satrapía saudí, el complejo sionista-talmúdico y el turco neootomano colaboren con la misión cortándole el chorro a Daesh en mercenarios, financiación y ayuda de cualquier tipo. Irán por su parte no circunscribirá este acuerdo nonato sólo a lo referente a su renuncia al arma nuclear. Teherán también colaborará en las operaciones de limpieza antiyihadista, pues ningún Estado del área y fuera de ella desean recoger terroristas de Daesh. Ahora Daesh es el monstruo maldito que todos aspiran a exterminar... o casi todos.

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