LOS cuarenta años de terrorismo de ETA han sido posibles por dos factores principales: el apoyo internacional y el de una parte sustancial de la sociedad vasca. Si hasta mediados de los años ochenta Francia fue un refugio seguro para los etarras, el terrorismo también contaba con otro tipo de ayudas de actores de la escena internacional. Tras la desaparición del IRA, ETA ha sido el único grupo vivo de un conjunto de organizaciones armadas europeas. Este factor se acabó hace años, y lo que se está viviendo en los últimos meses es la ruptura a cámara lenta del apoyo político con el que contaba en el País Vasco y que se puede materializar en la autonomía de una buena parte de la llamada izquierda abertzale. Sin Francia, sin la otra red del terrorismo internacional de grupos nacionalistas y de izquierdas y sin el apoyo de la población, o la ilegalidad de sus fuerzas políticas para manifestarse ante las urnas, ETA ha recibido en los últimos ocho años tantos golpes que la han dejado escasamente operativa y casi sin dirección. Es posible que el fin de ETA no llegue como siempre se había creído, en un solo acto, sino que sea un camino de disgregación acumulativa como ocurrió con los Grapo, organización que ni siquiera hoy está disuelta. Los informes policiales y lo que se sabe de los presos de ETA indican que la organización está muy debilitada y los encarcelados, a la espera de que Sortu, Batasuna o como se denomine en un futuro, convenzan a la banda de su desaparición. Deben ser los tribunales (ahora, el Constitucional) quienes decidan sobre la inscripción de este partido, aunque los tiempos jurídicos y políticos parecen haber coincidido: tras cuarenta años de terrorismo, la izquierda abertzale debe esperar a después de las elecciones municipales para saber si puede volver a las instituciones. Es, además, una suerte de prueba de fuego como también lo es su actitud ante cualquier acción violenta. Pero aún hay una prueba que confirmaría su cambio de orientación: el apoyo a los presos que están declarando públicamente su ruptura con la banda terrorista.

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