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Editorial: Grietas en el socialismo

EL caso de los expedientes de regulación de empleo nos abochorna y pedimos perdón". La confesión, hecha el pasado jueves por la secretaria de Organización del PSOE de Andalucía, Susana Díaz, en el Foro Joly, habría sido un buen punto de partida para que el partido en el poder afrontase el escándalo que le afecta... de haberse producido antes, en cuanto los responsables de la Junta de Andalucía conocieron que se estaban utilizando discrecionalmente fondos públicos para subvencionar a falsos prejubilados que se beneficiaban de ayudas a empresas en crisis en las que nunca habían trabajado. La presencia de estos intrusos se ha producido durante años y a pesar de los informes de la Intervención sobre la ausencia de los controles administrativos ordinarios sobre las subvenciones. El caso está en manos de la Justicia, pero políticamente supone un golpe en profundidad a la credibilidad del Gobierno andaluz. Pero no es la única falla que se ha abierto en el edificio del socialismo andaluz. Después de treinta años de hegemonía y control de las instituciones autonómicas ha dejado de ser un pilar sólido. El caso de los ERE coincide con las denuncias sobre el tráfico de influencias presuntamente desarrollado por el hijo del ex presidente Chaves actuando como comisionista e intermediario entre diversas empresas y las administraciones públicas, la investigación sobre numerosas irregularidades en la concesión de ayudas de la UE a contrataciones de personal por parte de empresas que despedían a los contratados tras recibir la subvención (el consejero de Empleo cifra el fraude en el 25% de las empresas analizadas) y, en otro orden, la crisis política reflejada en la dimisión del consejero de Gobernación, Luis Pizarro, que revela descarnadamente que la transición de la etapa de Chaves a la de Griñán no se hizo bien y que la exigencia de este último de hacerse con el dominio del Partido Socialista no ha resuelto el problema de liderazgo que padece el PSOE andaluz. Todas las alarmas han sonado en la dirección federal socialista, que tenía a Andalucía como uno de sus más ricos graneros de voto, a tenor de la tradición. Y todo ello ocurre en vísperas de unas elecciones decisivas, con un presidente de Gobierno en retirada y unas primarias en puertas para elegir un nuevo líder, en el contexto de una crisis económica a la que no se ve fin. Todo son malas noticias para el PSOE de Andalucía.

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