postales desde el filo

José Asenjo

Elecciones sólo andaluzas

QUEDA un mes para las elecciones andaluzas. Por mucho que las encuestas se empeñen en restarles incertidumbre, esta convocatoria posee un indudable interés político. Si se cumple lo que presagian, el PP habrá culminado su ciclo virtuoso con un poder prácticamente absoluto en nuestro país. Hasta el punto que resultaría una anormalidad democrática. Tan anormal como que un mismo partidos gobierne un periodo excepcionalmente largo de tiempo. Aunque la socialdemocracia sueca es un ejemplo de que tal cosa no tiene que ser necesariamente mala. Otra de las cosas interesantes del 25-M es que los socialistas no tendrán que volver a amenazar con que viene el lobo de la derecha: el lobo ya está aquí. Y además ha resultado ser tan fiero como lo pintaban.

En realidad la situación que vivimos es el escenario soñado para los defensores del liberalismo económico. Para los que quieren reducir el sector público a su mínima expresión y creen ciegamente que sólo el mercado debe asignar los recursos. Quizás por eso ante las abrumadoras cifras de paro el Gobierno se limita a decir que éste seguirá aumentando. O como dijo Rajoy en el Congreso de su partido ante sus enfervorizada tropa: las cosas están muy mal y se van a poner peor. Frente al optimismo compulsivo de su antecesor, nuestro presidente ha optado por una insana inclinación al fatalismo. Parece ese amigo siempre dispuesto a amargarnos una cena con su pesimismo. La idea es que cuanto peor mejor: cuanto más desesperado sea el panorama con más facilidad impondrán sus recortes, sus reformas y contrarreformas. Reconocen que su terapia de choque provocará más recesión y paro, pero afirman que sus medidas son justas y necesarias. En realidad hacen lo que, según su código ideológico, hay que hacer en cualquier circunstancia, con crisis o sin ella, y además creen poder hacerlo ahora sin demasiados obstáculos. Piensan que los votos les dan carta blanca para imponernos su ideología económica y sus valores morales.

Nunca se había producido una situación como la actual, probablemente porque nunca en democracia un partido había obtenido tanto poder. Ni tampoco antes habíamos vivido una crisis como la actual. Pero una cosa es luchar contra ella con los medios que cada uno crea mejor para superarla y otra bien distinta es aprovechar la situación para liquidar nuestro modelo social y de convivencia. No dudan en dinamitar algunos de los elementos sustanciales del pacto constitucional, quienes tantas veces, en asuntos de otra naturaleza, han apelado insistentemente a su vigencia.

Durante mucho tiempo se ha pedido que las elecciones autonómicas se celebrasen solas para centrar el debate en Andalucía. Nunca me ha parecido un asunto muy relevante. Ahora que se celebran solas estas elecciones serán consideradas, aún más que en ocasiones anteriores, un test de la política nacional. Un hipotético triunfo popular el 25-M sería inevitablemente interpretado por el Gobierno como un respaldo a sus políticas.

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