La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Otras Españas totalitarias

Invocando la Ley de Memoria se podría condenar tanto a los símbolos franquistas como a los comunistas

La Ley de la Memoria Histórica, que contiene puntos muy justos de reparación, entra en graves contradicciones desde su inicial Exposición de Motivos en la que se asume la Proposición no de Ley aprobada por unanimidad por la Comisión Constitucional del Congreso en 2002: "Nadie puede sentirse legitimado, como ocurrió en el pasado, para utilizar la violencia con la finalidad de imponer sus convicciones políticas y establecer regímenes totalitarios contrarios a la libertad y dignidad de todos los ciudadanos...".

La crisis de la República y la Guerra Civil son episodios tan complejos que, invocando literalmente esta Proposición asumida por la Ley de la Memoria Histórica, se podría actuar contra los símbolos comunistas tanto como contra los franquistas. Perder la guerra, que los franquistas los asesinaran, persiguieran y encarcelaran, y que lucharan contra él durante la dictadura, no absuelve a los comunistas estalinistas españoles de sus crímenes y culpas. ¿O acaso no utilizaron la violencia para imponer sus convicciones políticas con el objetivo de establecer un régimen totalitario? No eran precisamente democráticos eurocomunistas aquellos camaradas. Todavía en 1954, en el V Congreso celebrado en Praga, el PCE, según dice su publicación oficial, optó por la creación de "un Frente Nacional Antifascista que implantaría un gobierno provisional revolucionario y abriría paso a la revolución democrática inconclusa". Habría que esperar al "gran giro táctico" de junio de 1956 y la declaración Por una reconciliación nacional que proponía la "convivencia entre los españoles (…) sin preguntarles cómo pensaban ayer, sino cómo piensan hoy y qué quieren para España", publicada no casualmente cuatro meses después del XX Congreso del Partido Comunista de la URSS que puso fin a la era estalinista. Y habría que esperar, sobre todo, al giro eurocomunista iniciado en 1968 y oficializado en 1977 por Carillo, Marchais y Berlinguer.

Así de complejas son estas cuestiones que el juego sucio intenta convertir en arma política. Mal hace el PSOE agitando la momia de Franco para identificar al PP con el franquismo. Una cuestión que solo le preocupa cuando está en la oposición, mientras que en las más de dos décadas en las que gobernó nunca pareció quitarle el sueño. Baja política que manipula una realidad histórica que no admite simplificaciones (porque también se podría decir algo sobre Largo Caballero).

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