EL ZOCO

Juan López Cohard / Jlcohard@malagahoy.es

'Estación Términi'

ESTE año Papá Noel no tendrá que viajar hasta Málaga en su tradicional trineo de renos, vendrá en el AVE. Supongo que el mítico personaje nórdico agradecerá, igual que yo, que estemos más cerca de Madrid sin levantar los pies del suelo. Son éstas, sin duda, unas felices fiestas para no olvidar, unas fiestas en las que los malagueños recibimos el tan deseado y esperado regalo de una infraestructura ferroviaria que tendrá un impacto importantísimo en el desarrollo de nuestra ciudad y su entorno.

El ferrocarril, que fue la gran revolución del transporte, tanto de pasajeros como de mercancías, en el siglo XIX, vuelve a resurgir gracias a las nuevas tecnologías que han logrado hacer de éste un medio de transporte rápido, cómodo, menos contaminante y más seguro. Con los trenes de alta velocidad el ferrocarril recupera su esplendor hasta configurarse de nuevo como el medio de transporte del futuro. Y con él vuelve el romanticismo del viaje en tren y sus estaciones de ferrocarriles. La estación siempre fue una referencia en la ciudad. Una referencia geográfica, socio-económica y arquitectónica. La estación supuso desde el siglo XIX un icono de la ciudad. Un icono impregnado de un romanticismo que le llevó a ser protagonista de numerosos historias, muchas de las cuales quedaron reflejadas en el cine, su coetáneo compañero inseparable. Por algo decía Garci que tren y cine constituyen una combinación perfecta. Son numerosas las películas en las que las estaciones forman parte fundamental del guión, entre ellas podemos recordar algunas como Ana Karenina, Locura de Verano, de Katherine Hepburn o Doctor Zhivago.

Las estaciones de ferrocarril se han distinguido siempre por su singular arquitectura que las hacía inconfundibles e identificables a primera vista, algunas con fachadas de especial belleza como la de Valencia o la, recientemente modernizada para la llegada del AVE, de Atocha en Madrid. Muchas se están reformando y algunas se han metamorfoseado para convertirse en museos, como la de Orsay en París. Una gran mayoría de las que se han modernizado lo han hecho incorporando servicios comerciales y de ocio, pero la mayor parte de ellas han conservado su carácter de estación, respetando su estructura fundamental y respetando su aspecto arquitectónico diferencial.

Recuerdo especialmente la Estación Central de Nueva York, donde existe una gran oferta comercial y de restauración, con restaurantes tan famosos como el Oyster Bar, donde tuve la oportunidad de cenar, entre otros conocidos arquitectos, con el incomparable Salvador Moreno Peralta. Y en esa estación, con él, percibí claramente la diferencia entre dotar a las estaciones de servicios comerciales o dotar de una estación a un centro comercial. Esto último es lo que desgraciadamente hemos hecho con la estación del AVE en Málaga y es por eso por lo que Salvador Moreno y Manolo Jaén renunciaron a continuar con el proyecto de Vialia. La nuestra no es Estación Términi como la de Vitorio de Sica, es simplemente un centro comercial con una estación término. Siempre oí a Salvador Moreno quejarse, ante el resultado final de la María Zambrano, de que nunca podrá alcanzar ese punto de romanticismo históricamente inherente a toda estación.

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