señales de humo

José Ignacio Lapido

Estafa

MARIANO Rajoy, al que siempre habíamos criticado por su tendencia a la indefinición y su desesperante abulia en la toma de decisiones, nos ha sorprendido a todos con su repentina diligencia: sólo ha tardado dos consejos de ministros en incumplir su gran promesa electoral. No se recuerda a ningún presidente del Gobierno de la democracia que engañara a sus votantes con tanta rapidez. Rajoy, discípulo predilecto de Houdini, campeón del escaqueo, maestro del "ahora no toca", ha sido llegar al poder y ¡zas! a reivindicar el refranero castellano: donde dije digo, digo Diego. Está claro que el poder, además de corromper, confiere al que lo detenta una rara energía para saltarse a la torera los compromisos adquiridos.

Dice el diccionario de la RAE que estafar es "pedir o sacar dinero o cosas de valor con artificios y engaños". Los votos, nadie lo duda, son cosas de mucho valor, y el PP los consiguió a espuertas en las pasadas elecciones de noviembre. Que en este caso el presunto estafador sea registrador de la propiedad da que pensar, reflexión que podríamos ampliar a los presuntos estafados: ¿Quién en su sano juicio pensaba que Rajoy iba a hacer esto, aquello, lo otro y lo de la moto sin aumentar la presión fiscal? Sólo un pardillo. Rara avis que creíamos en vías de extinción. Creencia equivocada, a la vista está. Casi once millones de españoles creyeron lo que Rajoy no se cansó de repetir y le dieron su voto.

Que en las actuales circunstancias subir los impuestos sea conveniente y/o necesario es lo de menos. De hecho era casi imposible que fuera quien fuese quien hubiera ganado las elecciones no los subiera, por eso la más mínima prudencia dictaba no hacer de ello un banderín de enganche electoral, como hizo el PP. Alguien que sospecha que puede verse obligado a hacer algo así no pone tanto énfasis en negarlo ni en jurar que nunca lo hará. Mariano, protomártir cristiano, en sus mítines de campaña parecía decir "antes me dejo comer por los leones del Coliseo que subir los impuestos". Pues ya lo ven.

Que ahora Soraya justifique el engaño con el recurrente tema de la herencia recibida sólo puede ser tomado a broma. El Partido Popular se ha pasado una legislatura completa asegurando que la situación económica en España era poco menos que catastrófica. ¿Exageraban antes o exageran ahora? ¿O tal vez no contaban con que las comunidades autónomas gobernadas por ellos desde tiempos inmemoriales no han sido el mejor ejemplo de la tan cacareada austeridad? Habrá que esperar para obtener una respuesta. Rajoy, al contrario que su inmediato predecesor, no tiene querencia por salir en las fotos, y de los micrófonos no hablemos: los rehúye como un vampiro a la luz del sol. Tanto es así que hasta febrero no tendremos el gusto de disfrutar de una comparecencia suya. Cosas de la regeneración democrática.

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