Al margen

Ramón Triviño / Almargen@malagahoy.es

Euforia y nervios

APARENTEMENTE Mariano Rajoy eligió una plaza fácil para escenificar la apertura del nuevo curso político. El ambiente de euforia en el que transcurrió el acto en el municipio de Torrox de presentación de algunos de los candidatos del Partido Popular (PP) en la Axarquía para los comicios locales de mayo de 2011 no era complicado de conseguir.

Después de muchos años de peleas intestinas la derecha multifragmentada del municipio aparece ahora unificada, al menos sobre el papel, bajo las siglas del PP, y con el cartel electoral de Óscar Medina, representante de una nueva generación de las mismas familias que siempre tuvieron la sartén por el mango, pero que debido a la escasa visión de los nuevos tiempos, su individualismo, falta de proyecto colectivo, y su empeño en aferrarse a la tradición caciquil, que ahora Medina atribuye a la izquierda, les impidió hacer el papel que les correspondía en las sucesivas corporaciones democráticas.

Habrá que esperar a que pase algún tiempo para comprobar si el férreo empeño puesto por Elías Bendodo y su equipo en refundar la derecha en Torrox da los frutos deseados, aunque el camino se antoja complicado.

Porque entre otros aspectos destacables, hay que discernir entre una operación de marketing político, la escenificada el pasado viernes en un salón de celebraciones de Torrox Costa, y la política cotidiana del municipio, que es la que perciben cada día los vecinos, y en la que se oficia la ceremonia de la confusión a través de un Gobierno cuatripartito, lleno de extraños compañeros de viaje, en el que sobreviven revueltos los ediles de Izquierda Unida, nacionalistas, independientes y el único concejal del PP, enfrascados ahora mismo, como ya se adelantó en estas mismas páginas, en enfrentamientos internos que no parecen tener una fácil salida y que incluso podrían reabrir las heridas, todavía muy frescas, de la derecha local.

A pesar de todas estas apreciaciones, los dirigentes del PP de Málaga están en la obligación de aprovechar los vientos que les soplan a favor y van a dar la batalla más dura de su historia en el ámbito de la política municipal. Actitud que inquieta aún más a sus principales oponentes, los socialistas, que pueden llegar a creer que los comicios locales se ganan mediante extraños experimentos de laboratorio telemático y no, pueblo a pueblo, calle a calle, apoyándose en una movilización generalizada de militantes y simpatizantes.

Además, tanto Heredia, como el hiperactivo Conejo, saben que no se pueden acercar a los tiempos electorales con conflictos abiertos, por muy pequeños que sean, que además de distraer la atención han crecer la afiliación del siempre incómodo sindicato de cabreaos.

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