EL pasado 31 de julio, día de San Ignacio de Loyola, murió nuestro primo Cheny (Eugenio Sepúlveda Rando), a la edad de 43 años y que hubiera cumplido 44 el día 7 de agosto. Era responsable del Departamento de Turismo de la Sociedad de Planificación y Desarrollo de la Sopde (Diputación de Málaga). Pero no me corresponde a mí hablar del Cheny profesional sino del primo Cheny.

Aunque no es grato, lo menos que puede hacer un primo periodista es dedicarte unas líneas que sirvan como homenaje, aunque te tengo que reconocer, Cheny, que llego tarde.

Llego tarde porque teníamos un desayuno pendiente en el centro, estando en edificios tan cercanos. Lo fuimos posponiendo, unas veces debido a las mañanas imprevisibles de mi trabajo en el Ayuntamiento, otras veces, reuniones o viajes tuyos.

Llego tarde porque antes de que enfermaras querías hacer una comida de todos los primos Sepúlveda, niños incluidos. Quiero pensar que era una idea tuya anterior a la enfermedad. La intención era que retomáramos el contacto y que conociéramos a todas nuestras familias al completo. Sé que la comida saldrá porque ya hemos hablado varios de este interés que tenías.

Llego tarde porque no me enteré a tiempo de tu padecimiento y no pude ir a verte al hospital, aunque cuentan los que estuvieron días atrás contigo en la clínica que estabas muy animado y pudieron llevarse un buen recuerdo tuyo.

Eras un tipo afable, con el que era fácil (muy fácil) tener empatía y abrir temas de conversación; optimista, sencillo (sencillez arrolladora y abrumadora diría yo: no hay más que ver la cantidad de personas que fuimos a despedirte), muy jovial y también muy vital. Por esto, nos fastidia todavía más tu marcha.

Recuerdo los tiempos del verano en Benagalbón, con tus hermanos y primos montando en bici al principio y, después, en moto. Un ambiente sano, el del campo, sano de verdad, teniendo en cuenta las aficiones y hobbies que hoy tenemos que buscar los padres a nuestros hijos para evitar que se aficionen a lo insano.

Recientemente me he enterado de que a Inma y a ti os gustaba coger la bici e incluso usarla como medio de transporte, algo a lo que también estoy enganchado yo. Una buena idea para Málaga, para los meses de octubre a abril-mayo, en mi modesta opinión y siempre que los carriles-bici sigan creciendo y sean eso, carriles bici.

A día de hoy (y ya han pasado 14 días), sigo sin asimilar este tristísimo e injusto final, nadie se lo explica. Hay veces que pienso que esto ha sido como un accidente de tráfico, por lo repentino e inexplicable.

Inma, Lucía, Pablo y Antonio deben estar orgullosos de Cheny, un hombre que disfrutaba de la vida de verdad. Ojalá seamos todos capaces de aprender esto de ti. Descanses en paz, primo.