EVA no fue la primera mujer. Otras muchas han sufrido la violencia de género este año en Málaga, tres han sido asesinadas por sus parejas y dos niños murieron a manos de sus padres. En estos días de catástrofes medioambientales, en que pudiera parecer que estamos inmunizados ante millares de fallecidos remotos, un solo crimen cercano nos conmueve y nos devuelve a la realidad de las miserias del machismo del primer mundo. El fin de semana pasado recibíamos una lección de civismo y templanza de José Manuel, hijo de Charo Gálvez, en las páginas de Málaga hoy. A pesar del dolor por el asesinato de su madre, pedía prevención y educación y que no se aprovechara a las víctimas para endurecer la estricta política penal española en este tema. Su voz autorizada debe ser hacer reflexionar, por una parte, a quienes transmiten modelos insanos y estereotipados sobre los roles de género y, por la otra, a quienes desde los gobiernos e instituciones han descuidado las políticas de igualdad pensando que ya estaba todo hecho.

Nuestros padres vivieron en el franquismo un cine estereotipado en el que la máxima aspiración de las protagonistas era casarse con un hombre de bien y criar muchos niños. Nosotros padecemos programas de entretenimiento en los que las jóvenes pretenden a un chico idolatrado y por el que se exhiben como fruta en el mercado. Los medios de comunicación no son los culpables de los males de la sociedad pero han contribuido a mantener roles tradicionales y la desigualdad. El problema es que ello se suma a la eliminación de asignaturas que ayudan a formar generaciones comprometidas con los derechos humanos, como Educación para la ciudadanía, o que hubo quien estimara que era malgastar dinero, en tiempo de escasez, mantener el Ministerio de Igualdad.

España hace seis años ocupaba el décimo puesto en igualdad de género en el ránking que elabora el Foro Económico Mundial: este año ha caído al 30. En el primer semestre de 2013 se han presentado 3.091 denuncias por violencia de género en Málaga y, lejos de estereotipos, la mayoría de las afectadas tienen entre 21 y 40 años y son españolas. Hace falta un verdadero compromiso político y social contra el machismo contemporáneo y la desigualdad porque con la crisis se ha bajado la guardia frente al problema. Eva no ha sido la primera mujer pero ojalá sea la última.

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