Falsa meritocracia

Si la presidente de la Comunidad de Madrid no aclara este embrollo, Rivera tendrá un problema

Ciudadanos tiene un problema. Comparado con los que tienen cientos de universitarios no son muchos, pero sí gordo. Se lo buscaron ellos solitos y se lo encontró la Sra. Cifuentes cuando rebuscaba su Trabajo Fin de Máster. A cualquiera se le pierde un libro y las mudanzas suelen aprovecharse para tirar todo aquello que no sirve para nada.

Para irrumpir en el panorama político, tanto Podemos como Ciudadanos han pretendido liderar el malestar general aunque con estrategias diferentes dirigidas a un público objetivo distinto. Mientras Podemos busca capitalizar el descontento de quienes han perdido o ven amenazados sus derechos sociales, Ciudadanos se centra en aquellos que sienten que su esfuerzo no es justamente recompensado mientras son dirigidos por otros a quienes consideran mediocres. Frente al cabreo de los expulsados, el de aquellos a los que no les dejan llegar. El discurso de la meritocracia en una sociedad desideologizada que valora fundamentalmente la acción y el resultado. Un discurso fácil para cientos de jóvenes, y menos jóvenes, a los que carreras universitarias, idiomas, masters y doctorados no les han valido gran cosa para dejar de ser mileuristas. Perfectamente asumible por cientos de funcionarios que no encuentran en sus jefes políticos el conocimiento profesional que debería acompañar la responsabilidad que desempeñan. Un mensaje que les lleva a situar como tercer punto de su pacto de gobierno en Madrid la obligación de apartar a cualquier cargo público que engañe en su currículum. Por delante incluso de la creación de un órgano anticorrupción o la realización de una auditoría externa de los últimos ocho años. Una exigencia llamativa en un país en el que la mentira se resuelve con el rezo de tres padrenuestros. Una exigencia tan específica que parece como si cualquier otro tipo de mentira sí estuviera permitida.

Está por ver en que acaba todo esto. Como profesor universitario las actas de las calificaciones las hago y firmo yo. Cuando un alumno reclama a destiempo una corrección, lo hace por registro. Y las tesis doctorales que he evaluado acumulan polvo junto a la mía y mi Trabajo Fin de Máster, que bastante esfuerzo me costaron. Pero si la presidente de la Comunidad de Madrid no aclara este embrollo, Rivera tendrá un problema. El discurso de los mejores tornará inconsistente frente al de la oportunidad de los pactos. Tan falso como el máster de Cifuentes.

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