La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

El Fantasma de Bruselas

Sí se va a cumplir el destino manifiesto de Carles: acabar con el catalanismo pragmático y liquidar a su partido-guía

Carles Puigdemont afronta la inminente campaña electoral en Cataluña al frente de una lista que ha bautizado como Junts per Catalunya pero debería llamarse Separadísimos por Cataluña. El Fantasma de Bruselas se ha separado del resto del bloque independentista y también se ha separado de su propio partido. Es un zombi con ínfulas de mártir cuyo sentido de la realidad se ha extraviado hace tiempo. Una calamidad.

Como hizo una lista a su imagen y semejanza, sin nombres destacados del PDeCAT (la nueva marca de una Convergencia abrasada por el pujolismo y la corrupción), rehuyendo el logotipo del partido e incluso alquilando una sede electoral propia, el PDeCAT le ha contestado cerrándole el grifo de la financiación. Han tasado a la baja su aportación a los gastos de campaña e incluso a la logística de los colaboradores de Puigdemont, que van y vienen a y de Bruselas con auténtico frenesí.

Es así porque en el mundo de Carles no hay lugar para nada que no sea el interés personal -ni siquiera partidista- de Carles. Mientras los Junquera y compañeros presos se someten al 155, aceptan las elecciones del 21-D y reniegan de la vía unilateral a la independencia, todo ello con el loable afán de salir de la cárcel, él insiste en no darse por enterado. No sólo es que sigue sin descartar la secesión unilateral, es que advierte a todas las facciones del independentismo de que ni se les ocurra proponer o votar a ningún otro candidato a president. El único president legítimo de la Generalitat es Carles Puigdemont. Ya fue elegido y el 21-D no puede ser sino la ocasión de ratificarlo.

Este hombre es el único líder político de Cataluña que ha congelado el tiempo. El único que cree que el artículo 155 ha sido un mero accidente en la hoja de ruta hacia la república catalana -tan bien trazada desde hace tantos años- y que, superado el trámite del 21-D, por supuesto que con victoria del bloque indepe, se trata de volver a empezar. Como si nada hubiera pasado. Como si lo que ha hecho hasta ahora no hubiera supuesto un engaño para los catalanes, un camino hacia la ruina colectiva y una vía constatable a la soledad y el aislamiento internacional. De corazón lo digo: en los escasos frenopáticos que quedan los hay más cuerdos.

En realidad se va a cumplir el verdadero destino manifiesto de Puigdemont: acabar con el pragmático catalanismo histórico y liquidar el partido que mejor lo encarnó.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios