La esquina

El Gobierno baila la 'yenka'

LA vicepresidenta Fernández de la Vega ha tenido que proclamar que es muy amiga, personal y políticamente, de la vicepresidenta Salgado. Lo serán, pero la primera acaba de desautorizar taxativamente la propuesta de la segunda de congelar los sueldos de los funcionarios, dentro de las medidas de recorte del déficit público.

Fue el secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos, Carlos Ocaña -dependiente de Salgado- quien anunció el miércoles que la congelación funcionarial está "sobre la mesa". Horas después De la Vega dijo lo contrario: que garantizaba el cumplimiento de su pacto con los sindicatos de la función pública (subida del 0,3% en 2010 y recuperación del poder adquisitivo desde 2012), firmado en otoño pasado y ratificado el lunes último. "El acuerdo se va a respetar absolutamente", remató.

No ha sido la primera vez que las dos amigas, en lo personal y en lo político, se contradicen sobre la política económica. El día 3 de febrero -antier mismo, como quien dice- Elena Salgado remitió a Bruselas, a la Comisión Europea, un plan de estabilidad que incluía la ampliación, de 15 a 25 años, de la base para el cálculo de la cuantía de las pensiones. También fue cuestión de horas, creo que dos, lo que tardó el Gobierno en retirar esta parte del documento. Si nos vamos algo hacia atrás, fue notable el pasado año el carrusel de posiciones contrapuestas de los ministros acerca de la subida de impuestos, que comenzó con José Blanco anunciando que aumentarían para las rentas más altas y terminó con un incremento del IVA que pagamos todos (es decir, proporcionalmente, más los pobres y medianos que los ricos).

Al Gobierno ya no se le achaca tanto la pasividad como el bamboleo. Su crédito sufre menos por la tardanza en reconocer la gravedad de la crisis y la singularidad de ésta en el caso español que por el desconcierto creciente que emana de sus filas. Reconozcámoslo: no hay un plan anticrisis mínimamente asentado ni firmeza en la adopción de las medidas que se necesitan. Se lanzan globos sonda que se desinflan de inmediato, se camina un trecho hacia el ajuste y otro hacia el gasto, las prioridades nunca están claras, los ministros no parecen ministros, sino bailarines de una yenka perpetua en la que los pasitos para adelante y los pasitos para atrás, o para la derecha y para la izquierda, se suceden sin solución de continuidad. Una yenka que va a terminar mareándonos a todos y dejando al país exhausto, confundido y paralizado.

Y lo peor de lo que nos pasa es que al frente del ballet hay un tipo, Zapatero, al que le está ocurriendo lo mismo que a Suárez, Felipe y Aznar en sus respectivos tiempos de ocaso: no escucha a nadie. Falta cabeza en la cabeza de esta crisis.

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