LOS ayuntamientos más modernos -en su doble acepción: más modernizadores o más esnobs- andan dándole cancha a los grafiteros. Unos les encargan que plasmen sus creaciones artísticas en los contenedores de basura, otros les reservan vallas elegidas o calles enteras y los más atrevidos les dan vía libre para que hagan sus pintadas allá donde les venga en gana.

Pero esto del grafiti, o grafito, es más antiguo que los balcones de palo. Para demostrarlo no hay más que recordar a los Monty Pithon y aquella desternillante escena de su La vida de Brian en la que un judío es obligado a probar su militancia anti Roma haciendo una pintada y la patrulla romana, que le sorprende en plena faena, le obliga a su vez a repetir cien veces la misma frase subversiva, pero correctamente cincelada, sin faltas de ortografía. La constatación histórica viene, como tantas cosas, de Cádiz, de la mano del Imperio Romano. Pero del de verdad.

Las excavaciones que se están realizando en el Teatro Romano de Cádiz con vistas a la construcción de un centro de interpretación han sacado a la luz una piedra en la que se ha descubierto una placa datada en el siglo I antes de Cristo con la inscripción Latro BE. El director de la excavación y otros especialistas han elaborado una hipótesis de lo más verosímil acerca de la placa: Latro significa ladrón y las siglas BE corresponden a Balbe, vocativo de Balbus. ¿Y quién es ese Balbus? Pues Lucio Cornelio Balbo el Menor (para distinguirlo de su tío, Lucio Cornelio Balbo el Mayor), político y militar que logró una resonante victoria sobre la tribu sahariana de los garamantes. Toda la familia era originaria de Gades, y en su Gades natal nuestro hombre mandó construir el Teatro Romano.

Si hubiera sido un preboste de nuestra época, Balbo habría ordenado una inscripción así de grande a la entrada del Teatro para inmortalizarse al lado de su obra. Pero hace veinte siglos se ve que estaban más pendientes de realizar obras que de propagarlas. Tuvo que ser un enemigo el que grabase el nombre de Balbo en piedra, sí, pero para degradarlo, poniéndolo de ladrón. Probablemente, dicen los expertos, el autor de la pintada fue un artesano contratado que no recibió la remuneración prometida. A Balbo le estropeó la posteridad una deuda no pagada.

El suceso es completamente carnavalesco. Hay actualmente alcaldes tan morosos que si sus acreedores se pusieran grafiteros y quisieran dejar constancia de lo que les deben no encontrarían piedra suficiente en todo el subsuelo de Cádiz. Hay alcaldes tan desahogados que contratarían ellos mismos agitadores mercenarios para que hiciesen pintadas en su contra con tal de dejar su huella en la ciudad (a falta de mejores realizaciones). Hay alcaldes tan ignorantes que ordenarían destruir la placa anti Balbo por ser una antigualla. En fin, los autores del carnaval no necesitan ideas. En Gades sobran.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios