El Currinche

Iñigo Ybarra

Griegos y magníficos

LA imagen del encargado de la economía griega, descorbatado y en camisola azul eléctrico, dirigiéndose a su encuentro con el primer ministro británico ha sido muy comentada en días pasados. Unos decían que era una falta de respeto, otros tiraban más hacia la grandeza helénica y los más encasillaban la anécdota en la estupidez de ir vestido de chuleta playero. Hombre con cráneo tan despejado como el que luce el referido señor tiene todas consigo para saber a ciencia cierta que, de no ponerse las pilas y el mono de trabajo, aunque se vista de seda en bancarrota y pobre se queda. ¡Ah, Leónidas, si alzaras tu cercenada cabeza!

Dar la nota con el atuendo es costumbre muy extendida en la civilización grecolatina. La anécdota del ministro griego me ha hecho recordar la más cercana en el espacio, que no en el tiempo, de aquel Rector Magnífico de la Universidad de Sevilla que pasaba olímpicamente de la etiqueta. El personaje se presentó, sobrado de sudor y falto de aseo, en la ceremonia de investidura de Chaves ataviado con ropa deportiva tras correr algunos kilómetros por el parque. En el aquel solemne acto se encontraba la plana mayor sindicalista bien enchaquetada, los mandos militares uniformados de gala, las autoridades eclesiásticas con sus mejores hábitos y, por dar la nota seguramente, el máximo representante de la Universidad de Sevilla en sudadera. En su día fue tildado de mamarracho por la prensa.

Los señores Magníficos suelen gastarlas así, se les mete algo en la cabeza y no descansan hasta conseguirlo. El actual, dada la conocida solvencia económica de la institución que dirige, se empeñó en enterrar unos millones de nada en construir una biblioteca ilegal y no paró hasta lograrlo. ¡Será por euros!

Ahora, para no rebajar un milímetro la contrastada excelencia académica de las instituciones que dirigen, los rectores andaluces han decidido postergar la ley. ¿Cómo puede el ministro de Educación tener la desfachatez, siendo simplemente un excelentísimo cualquiera, de intentar encausar la deriva de los ocho Magníficos?

Al menos tuvieron el detalle de no intentar emular el atuendo deportivo del antiguo antecesor hispalense en el cargo; los ocho, todos a una, se presentaron en perfecto estado de revista ante doña Susana Díaz. A fin de cuentas es un buen árbol la presidencia andaluza, de esos que dan buena sombra a quienes a él se arriman.

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