Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Guadaña

Veinte años después salen solos los versos de 'Al Alba' que Aute dedicó a los últimos fusilados de Franco

Hace veinte años vivíamos en la calle Feria y a mí me gustaba meterme con Ramiro, el hijo de mi vecina Estrella, cada vez que lo veía con una camiseta de Héroes del Silencio, su grupo favorito. ¿Por qué no hacen honor a su nombre y se callan un poquito? Nunca más volví a hacer la broma desde que supe que también era el conjunto de referencia de Miguel Ángel Blanco. Un concejal al que ETA asesinó con edad de futbolista después de secuestrarlo justamente hace veinte años en la estación de ferrocarril de Éibar, donde se disponía a cumplir con su jornada laboral. Nos las prometíamos muy felices cuando el mes de julio de 1997 empezó con la noticia de la liberación de Ortega Lara después de más de quinientos días de cautiverio en un zulo inmundo.

Mis hijas tenían seis y tres años, la edad que deben tener las hijas de Ramiro, al que desde entonces siempre he asociado en una especie de triángulo de afectos con Miguel Ángel Blanco y con Enrique Bumbury, el cantante de Héroes del Silencio, maldita metáfora de los que apagaron la voz de aquel chaval en la puesta en escena de una macabra muerte en directo que sacó a la calle a toda la gente de bien con una gallardía que no se había vuelto a ver desde la reacción a los asesinatos de los abogados de Atocha.

Yo vivía en otra calle, trabajaba en otro periódico, pero a Miguel Ángel Blanco no le dieron ninguna posibilidad de realizar cambios en su vida. Su nombre, como el del propio municipio al que representaba, Ermua, salieron del anonimato y ya son patrimonio de todos. De todos menos de los que lo perdieron, como me decía la Chispa un año después de la muerte de Camarón.

"Si te dijera, amor mío, que temo a la madrugada…". Sale solo el espanto de la canción que Luis Eduardo Aute dedicó a los últimos fusilados del franquismo. Mis hijas ya crecieron, veinteañeras como Miguel Ángel Blanco, las hijas de Ramiro están en ello, Bumbury emprendió carrera en solitario. Suena por dentro la voz de Rosa León con los versos de Aute: "Los hijos que no tuvimos / se esconden en las cloacas". Los hijos que no tuvo Miguel Ángel, hijo de tantos, el concejal anónimo convertido en héroe del silencio por sus verdugos, "no sé qué estrellas son éstas / que hieren como amenazas, / ni sé qué sangra la luna / al filo de su guadaña".

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