Ideas claras y distintas

Tener claros los conceptos básicos es la mejor forma de construir un discurso, un sistema y una cosmovisión

Una de las mayores lecciones de mi vida la recibí en primero de carrera. En Político, que era la asignatura hueso del curso, había dos posibilidades que el profesor explicó con claridad meridiana a principio de curso. O uno se compraba y estudiaba dos gruesos tomos (de su autoría) o se compraba y estudiaba un cuaderno resumen (de su autoría). En el primer caso, podría aspirar a sacar un diez; en el segundo, que ni soñase con subir de siete. Yo opté por el cuadernillo. Al que anillé mi destino sin mirar atrás ni tocar los tomos. Y saqué un nueve. Arañar dos puntos puede parecer poca cosa para una de las mayores lecciones de una vida que ya empieza a ser larga, pero hay que tener en cuenta que muchos de los valientes de los dos tomos se dieron un batacazo de tomo y lomo.

La lección fue que tener muy claros los conceptos básicos es la mejor forma de construir un discurso, un sistema y una cosmovisión. Avanzar sobre la tierra firme de unas ideas claras y distintas es la única manera de no marearse ni marearnos. No hace falta decir que hago este ejercicio de añoranza y recapitulación tras el debate de las primarias del PSOE.

Como fue en horario laboral, me lo perdí. No sé si alguien del PSOE adujo que no se daba la mejor imagen de laboriosidad del partido poniendo el debate a esa hora, como para desocupados. Si avisó, no le hicieron caso, y yo me he tenido que consolar leyendo resúmenes y viendo en diferido los momentos estelares.

Entre el que se cuenta la pregunta clave de Patxi López: "¿Qué es una nación?", y la respuesta infantil de alipori de Pedro Sánchez: "Pues es un sentimiento que tiene muchísima ciudadanía". Ea, y vámonos que nos vamos a reformar la Carta Magna y lo que se nos encarte.

El debate nos ha dejado nítida la necesidad de hacer a nuestros aspirantes a presidentes de gobierno estas preguntas de parvulitos de la política. ¿Qué es la soberanía? ¿Qué, el Estado de Derecho? ¿Qué, el sistema representativo? Etcétera. Sólo a partir de ahí se puede hacer política seria y consecuente.

Algún lector proactivo me replicará inmediatamente: "Si se hiciesen por sistema esas preguntas, en vez de coger por sorpresa al Pedro Sánchez de turno, se las estudiarán de memorieta, las soltarán con voz engolada, y seguirán a lo suyo". Es verdad, pero la memoria nos transforma el cerebro y el pensamiento. Saberse esos conceptos elementales lo cambiaría todo. Hay que preguntarlos.

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