Iglesias y las dos orillas

Iglesias será el que cante la canción podemita, ese son ciclotímico entre lo apocalíptico y lo mesiánico

Pablo Iglesias cortó orejas y rabo en la plaza de toros de Vistalegre, mientras que Íñigo Errejón, el claro derrotado de la Asamblea de Podemos, quedó a merced de un indulto que ya veremos si le llega o si no. Beneficiario en la sombra de la faena resultó además un cordobés que vive en el retiro, Julio Anguita, cuya tesis de las dos orillas y del ensamblaje entre Podemos e IU sale reforzada y marcada como clara hoja de ruta de la formación morada. Así, si al PP en su día se le aisló bajo aquella estrategia que se vino a llamar el cordón sanitario, ahora son los de Podemos los que se protegen bajo su propio cordón, pero en este caso por decisión propia y convencidos de que estar contra todos y alejados de cualquier política de pactos y acuerdos es el mejor camino para alcanzar algún día La Moncloa. O sea, que finalmente sí que veremos puestas en práctica las tesis anguiteñas del No, No y No al PSOE y podremos comprobar si el veterano político comunista es un visionario tal como algunos creen o un tipo con clara tendencia al mesianismo fantasioso como piensan otros. La dificultad del reto es grande en cualquier caso para Pablo Iglesias, relanzado como líder todopoderoso de los suyos pero cada vez peor valorado por los electores. Él será desde ahora el que cante casi que en solitario la canción podemita, un son ciclotímico que navega entre lo apocalíptico y lo mesiánico, y de él dependerá que su partido sea una posibilidad real de cambio o lo que siempre fue Izquierda Unida, un reducto de nostálgicos marxistas que rara vez salían del yermo camino de la oposición, que lo único que suele transformar es la cuenta corriente de quien la ejerce. Mi opinión al respecto es que las opciones reales de Podemos pasaban más por el pragmatismo dialogante de Errejón que por la vuelta al origen zorrocotroko de Iglesias, aunque el problema de fondo no está tanto en ellos sino en los partidos de siempre. Porque Podemos, después de todo lo visto, no es rival tan duro como pudo pensarse dado su exceso de grito, de pose y su olor a siglo XIX y a Hugo Chávez, así que si algún día gobierna no será tanto por los aciertos de los Pablos sino por los errores de las susanas y los marianos.

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