cuchillo sin filo

Francisco Correal

Información y Turismo

CUANDO a Fraga lo nombran ministro de Información y Turismo, en julio de 1962, yo tenía los cinco años que ahora tiene mi hijo Paco. Vivíamos en Galicia y dos meses antes de aquel reajuste ministerial nacía en el pueblo coruñés de As Pontes de García Rodríguez mi hermano Blas, el tercero de la saga. A mí me enseñó a leer y escribir Antoñita Orosa, gallega de Villalba, compañera de juegos de Fraga en su infancia lucense.

Fraga ha muerto en puertas de sus bodas de oro como ministro de Franco. La glosa de Fraga es la glosa del paso del tiempo, el asombro ante un político que pasó por todos los registros de la política. Manuel Fraga Iribarne tenía en común con Bibiana Aído que los dos eran ministros cuando España ganó la Eurocopa, el de Villalba la del gol de Marcelino a la URSS en 1964, la de Alcalá de los Gazules con el gol de Fernando Torres a Alemania en Viena en 2008. En el gabinete de Fraga, la cuota no era de mujeres sino de militares: nada menos que ocho en aquel Gobierno del verano del 62, el que apostaba por el primer Plan de Desarrollo y el boom turístico. Entonces no era Carmen Chacón la que ordenaba posición de firmes. En ese Gobierno estaban el general Agustín Muñoz Grandes en el puesto de vicepresidente, el almirante Carrero Blanco como subsecretario de la Presidencia y otros seis generales. No se fiaba mucho Franco de sus compañeros de armas, porque en aquel relevo de ministerios relevó a los titulares de las carteras de Ejército, Marina y Aire, manteniendo a su paisano y compañero de promoción Camilo Alonso Vega en la cartera de Gobernación.

El 2 de octubre de 1978 yo estaba haciendo la mili y fui a entrevistar al catedrático Elías Díaz. La fecha está en la dedicatoria de su libro Pensamiento Español 1939-1973. Faltaban dos meses para que se promulgara la Constitución de la que Fraga era uno de los ponentes. Conocía los derechos, podríamos decir parafraseando al western, porque formó parte de un régimen que los había vulnerado todos. Yo era recluta con niño. El niño era yo, periodista imberbe en tiempos de servicio militar y máquina de escribir. Mitad monje (pernoctaba en la residencia Azorín del cura y periodista Manolo Unciti), mitad soldado.

Elías Díaz era la persona con la que hablaba por teléfono Francisco Tomás y Valiente cuando un etarra lo asesinó en su despacho del Tribunal Constitucional. El libro de Elías Díaz muestra la relevancia de aquel año 1962, los hechos que precipitaron el cambio de Gobierno: las huelgas en las minas de Asturias, el contubernio de Múnich, con el abrazo entre Gil-Robles y Rodolfo Llopis, y la petición de España de ingresar en el Mercado Común, cosa que logró mucho después de ganar Eurovisión.

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