Intendencia para una Feria

Todo tipo de campañas, vías de escape en zonas de aglomeración. Hay que prever cualquier tipo de escenario

530 años, el número no es del todo redondo, se cumplirán el 19 de agosto de la entrada de los Reyes Católicos a la Alcazaba malagueña, en uno de los asedios más duros de la Reconquista. Nunca me cansaré de recomendar la lectura de Boabdil, de Antonio Soler, por su capacidad narrativa para sumergirte en aquel episodio. Espero que alguna vez acabe en serie de televisión lo que se concibió originalmente como guión para un largometraje cinematográfico. Es la efeméride que recuerda esta Feria de agosto, aunque mejor no remover esta historia de hace más de cinco siglos por la predisposición a convertir en actualidad hasta la formación del universo malaguita.

El caso es que el festejo arrancó el viernes y después de algunos años con tendencia a retrasar su celebración, para aproximarlo a septiembre y evitar un porcentaje de abrasivo terral, de nuevo, regresa a sus antecedentes de 1887, a petición de la hostelería. De los ocho días y pico de jolgorio, cinco son festivos. Por ejemplo, el citado 19 de agosto y el de pasado mañana en esta semana entrante. Así lo quiere el sector, sobre todo el que cuenta con negocios en el casco histórico, que ve más posibilidades de gasto si se reduce el número de jornadas laborales.

Con una campaña en marcha para concienciar contra las agresiones sexuales a mujeres. Con otra para no trasladar la arena de la playa de La Malagueta a la Plaza de la Constitución. Lo digo por la exhibición de torsos. Con vías con fondo verde para señalizar las zonas de gran afluencia, ante el riesgo de que la multitud y el alcohol inciten al tradicional puñado de desaprensivos a dejar su deplorable sello de diversión. Con seis escenarios de música en directo como atractivo antibotellón. Con el intento de que el Real del Cortijo de Torres sea capaz de atraer al público las 24 horas de cada día y ofrecer una alternativa. Esto último, personalmente creo que es imposible porque la identidad de la Feria de Málaga es principalmente la del centro.

En fin, es el acopio de medidas de intendencia para prevenir cualquier tipo de escenario. Como si en vez de para una fiesta hubiera que prepararse para la guerra. No sé si era una inconsciencia cuando hace ahora tres décadas, peatones y caballistas compartían la calle Larios. Por Carretería paseaban las familias con todo tipo de artilugios andantes, cargados de comida y ganas de diversión, sin más altavoces que sus cánticos. Mientras los comercios servían tortillas y copitas de vino para animar las compras matutinas. No caeré en el tópico de que ese tiempo fue mejor, pero es el que le otorgó a esta Feria una identidad única, ahora que tanta inclinación existe por la copia burda.

La próxima semana asistiremos a los balances. 55 millones de impacto económico, decía el Ayuntamiento el año pasado. 6,5 millones de visitas, reflejaba en 2001. En los datos sí que nunca ha imperado la mesura.

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