Crónicas levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

Jaque a la reina

JAQUE mate a la reina. A la reina Mercedes Alaya. Mantiene un aserto andaluz que no hay peor puñeta que la que uno mismo se hace. Alaya ha tenido detractores, pero nadie le puso más palos en las ruedas que la legítima acción de los abogados defensores. Es más, el renovado Gobierno andaluz fue echando los cristianos a los leones al grito de caiga quien caiga, y fueron cayendo todos: ex presidentes, ex consejeros, parlamentarios. Se oyen los lamentos por la calle por los caídos, ciegos pero honrados. Alaya ha ido tachando, una a una, todas las fotografías de las orlas del PSOE de los últimos 20 años. Tampoco le quedaba mucho más que hacer además de resolver el laberinto imposible del proceso que ha ido tejiendo. Los juristas no saben qué es ni la navaja de Ockham ni las leyes de la termodinámica: su instrucción es un despropósito energético. Pero ha sido ella misma, la soberbia que los abogados habían denunciado la ha llevado al ridículo, quería estar en la Audiencia sin dejar que su sustituta mandase en el juzgado. Sus críticas son propias de un culebrón venezolano, que si la juez María Núñez conoce a fulano o a mengano, que si no es tan magnífica como ella, que si no es su digno delfín. Alaya también rechazó a otras jueces que le enviaron de apoyo, tampoco las aguantaba. Ella ha buscado su jaque final. Qué puñetas.

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