Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Leninistas

Son los mismos adversarios que en la barbarie etarra: la Guardia Civil, la Constitución, las empresas, la bandera

El leninismo bolivariano, eso sí que es realismo mágico, ha llevado a Pablo Iglesias a comparar el referéndum del 1 de octubre en Cataluña con el 28-F andaluz. Una analogía injusta, ingrata y desproporcionada, fuera de contexto. Un paso más en la premisa de cuanto peor mejor que parece animar a los que sólo saben de meteorología cuando hay tormentas y huracanes. Por no salirnos de esa fecha, 28 de febrero de 1980, ese fue el año que más atentados cometió la banda terrorista ETA. 97 víctimas mortales, un muerto cada sesenta horas. La cruenta estadística aparece en el libro Sangre Sudor y Paz. La Guardia Civil contra ETA que han escrito el novelista Lorenzo Silva, el agente de la Benemérita Manuel Sánchez y el periodista Gonzalo Araluce.

Quien lea este libro, que es como un complemento ensayístico y periodístico de Patria de Fernando Aramburu, es posible que se sorprenda de algunas similitudes con el momento presente. Los tiempos han cambiado (el primer atentado de ETA tuvo lugar el 6 de junio de 1968), pero hay en su lectura un como dejà vu, un palimpsesto de lo que está ocurriendo en Cataluña. Medio siglo después, hay una serie de adversarios que no han cambiado en la sinrazón nacionalista: la Guardia Civil, la Constitución, la bandera española, los empresarios (vulgo capitalismo).

Un año menos cinco días después del 28-F, un grupo de guardias civiles entraron en el Congreso de los Diputados. Consideraban a Adolfo Suárez, el Leviatán del referéndum andaluz, un traidor a la patria por haber dinamitado desde dentro las entrañas del franquismo. La misma palabra, traición, que la nueva izquierda utiliza para criticar a quienes hicieron la Transición por considerarla una herramienta para perpetuar el franquismo, esa momia para arqueólogos desenfocados. Los extremos se tocan, los radicalismos se necesitan. Pablo Iglesias se equivoca en esa comparación. Hoy Lauren Postigo sí tendría razón: Catalán, ése no es tu referéndum.

El 28-F fue una fiesta de la democracia para Andalucía aunque 1980 fue un mal año para España. 97 muertos son muchos muertos. Treinta de ellos guardias civiles, treinta García Caparrós sin ningún Antonio Banderas que los recordara en su discurso de nombramiento de Hijo Predilecto de Andalucía.

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