La tribuna

José Luis Martínez González, Doctor en Medicina / José Pérez Palmis, Presidente de ASIT

Ley de Salud Pública, un hito (I)

LA reciente aprobación por el Parlamento de Andalucía de la Ley de la Salud Pública es un verdadero acontecimiento dentro de la política ciudadana.

Desde su inicio, los andaluces acogieron con entusiasmo las posibilidades que les daban las nuevas transferencias en Salud. Esa alegría hizo pensar a algunos que impedía la correcta valoración de lo transferido y de ahí surgió uno de los problemas arrastrados hasta ahora en la financiación de la Sanidad andaluza. Probablemente haya algo de verdad pero lo más importante es la determinación política para dotar a Andalucía de un Servicio Público de Salud acorde con las expectativas y necesidades que tenían y tienen los ciudadanos.

Desde entonces, y han pasado ya más de veintisiete años de las primeras transferencias, Andalucía ha estado siempre en el primer plano del desarrollo de las políticas sanitarias, cuidando especialmente la equidad, universalidad y calidad de las prestaciones, así como ser uno de los pioneros del desarrollo de la investigación y la innovación en las ciencias biomédicas, incluidas la organización y gestión como medios de mejora. Es de señalar la creación y consolidación de la Escuela Andaluza de la Salud Pública (EASP), integrada dentro del Campus de la Universidad de Granada, que tanto ha hecho por la formación de los nuevos sanitarios, así como la creación de fundaciones para la investigación clínica que han cambiado el panorama de la innovación en medicina o propiciado la inmersión en la robótica y formación por diversos procesos que tan buenos resultados están dando. El desarrollo de habilidades y prácticas de formación continuada, la puesta en marcha de la biblioteca médica de Andalucía y la información en línea de medicamentos, sus acciones, contraindicaciones y efectos secundarios a través del Centro de Información del Medicamento (Cadime), de Granada, han modificado la forma de proceder de nuestro personal sanitario. La informatización de las consultas, con la receta electrónica y los instrumentos que se van poniendo a disposición de los profesionales valiéndose de redes nos han colocado a la cabeza de España y de los grupos internacionales en los sistemas innovadores de la sanidad. Pocas veces podemos decir que el gasto público haya podido ser mejor rentabilizado.

No debemos dejar de reconocer que todas estas líneas de trabajo han encontrado fuerte resistencia en algunos círculos profesionales debido a que por una parte acaban con el aislamiento en el que les ha gustado trabajar; y por otra, les ha expuesto a la valoración y medición de resultados, lo que no siempre es bienvenido. La creación de sectores de mejora y posibilidades comparativas en calidad han molestado a algunos círculos. La receta electrónica que si por una parte permite espaciar las visitas al médico y la farmacia, por otra controla la dispensación farmacéutica, ha generado poco cariño del lado de los suministradores de medicamentos, al comprobar el nacimiento de una nueva fuente de ahorro de la sanidad pública.

La creación de una Red hospitalaria que ha conseguido disponer de un hospital próximo a todo lugar y, por tanto, a cualquier grupo de población, junto con la de atención Primaria, que ha cambiado la antigua y gris figura del médico aislado, con solo su fonendo y buena voluntad, integrándolo plenamente en el centro de salud; más las extensas listas de enfermeros, psicólogos, trabajadores sociales, personal de apoyo, servicios de transporte sanitario, urgencias y emergencias integradas, capaces de subvenir a las necesidades de cualquier persona aquejada de un cuadro agudo de salud; sumándoles a todo eso las redes individualizadas de trasplantes, Oncología, Salud Mental, etc., han colocado a Andalucía al frente de la calidad y la modernización de las Ciencias de la Salud.

Pero en Salud no sólo hay que dar una buena asistencia y tener una elevada cobertura en las prestaciones, sino también hay que incidir en las políticas de prevención de los males o que, una vez sobrevenidos, nos enseñen a que la enfermedad no acabe con nuestra capacidad y expectativas vitales, porque hoy el gran problema no está en los cuadros agudos, para los que las acciones deben ser rápidas, profesionalizadas y protocolizadas, con infraestructura actualizada y de rápida respuesta, antes bien residen en los cuadros crónicos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios