Postales desde el filo

Libertad de expresión

En los últimos días se han sucedido noticias que han traído a primer plano la libertad de expresión

En los últimos días se han encadenado noticias y anécdotas que por su contenido han traído a primer plano la trascendental cuestión de la libertad de expresión: la censura a una obra de arte, una condena del tribunal Supremo o la chusca intervención policial en Torrejón de Ardoz. Cuestiones de distinta naturaleza que sumadas resultan preocupantes ya que, de una u otra forma, afectan a un pilar de la democracia. Aunque sean frecuentes las denuncias al respecto, los puntos de vista pueden variar según las circunstancias. No les falta razón a quienes se escandalizan ante la condena a tres años y medio de cárcel al rapero por alabar a los terroristas en su jaculatoria e incitar a matar empresarios y gobernantes. Es mucha cárcel por una letra, por muy estúpida y aberrante que sea. Aunque probablemente lo veríamos de forma distinta si, en lugar del mencionado contenido, hubiese enaltecido la violencia machista u homofóbica o si sus canciones (por llamarlas de alguna forma) incitasen al odio xenófobo o islamófobo. Probablemente cambiaría nuestro punto de vista sobre los límites de la libertad de expresión. De hecho se han apelado a éstos de forma recurrente ante la publicación de sátiras ofensivas a Mahoma en medios de comunicación. Aunque después todos seamos Charlie Hebdo.

Otras cosa es la censura a la obra de Santiago Sierra, fruto de la inexplicable torpeza reaccionaria de la dirección de Ifema. Un conjunto de retratos titulados "Presos políticos" no debería ofender a nadie, por mucho que esa sea la intención del artista. Se trata de un grupo de fotos pixeladas en su significante y en su representación. Si eso se considera una obra de arte, la recepción de Colau a los familiares de dichos "presos políticos" debería considerarse una performance. Lo cierto es que el arte tiene una embarazosa relación con la verdad. Camus decía que si la derecha tuviera la verdad, sería de derechas. Acerca de su disputa con Sartre, dice el filósofo J.L. Pardo, que si la derecha hubiera tenido la verdad, el autor de La Náusea habría preferido la mentira y, aludiendo a su stalinismo, concluye que su compromiso era tener que mentir para no perjudicar al amo. Más allá de su valoración artística, la obra de Sierra no es más que una fake elevada a arte. W. Benjamin hablaba de la estetización de la política propugnado por el fascismo o la politización del arte que defendía el comunismo. Ustedes mismos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios