El rebalaje

laura / teruel

Lluvia de promesas

ES irónico que los escépticos con las nuevas formaciones políticas les exijan a éstas sus programas cuando los partidos tradicionales, esos que daban seguridad institucional, no se hayan caracterizado últimamente por cumplir demasiado sus compromisos electorales. Aún así, a pesar del adelanto a bocajarro de los comicios andaluces, unos y otros apuran esa lluvia de promesa que siempre cae en precampaña.

Hay promesas clásicas. Entre ellas, el embovedamiento del Guadalmedina es uno de esos temas típicos que no puede faltar en el discurso de la oposición. Moreno Bonilla dice haber encontrado fondos para solucionar el asunto que lleva décadas empantanado entre la desidia e incapacidad. Si hay liquidez, sólo faltaría un proyecto sólido desde el Consistorio. Sin duda, coser y cantar. El corredor ferroviario de la Costa del Sol, el santo grial de las megaconstrucciones arrumbadas en un cajón de Fomento, ha sido el otro modesto compromiso del candidato malagueño y, por si sobra calderilla, el tercer hospital.

Hay promesas más modestas. Izquierda Unida y Podemos coinciden en la ley de mínimos vitales, que persigue garantizar el suministro de agua y luz para las familias sin recursos. No deja de ser descorazonador que, en pleno 2015, ésta sea una propuesta de gobierno necesaria para una región europea; que antes que reactivar el tejido productivo, fomentar la excelencia en investigación y en el sector turístico, estos partidos abran fuego electoral con necesidades tan primarias.

Hay promesas torpes. Albert Rivera, fulgurante estrella mediática y líder de Ciudadanos, se comprometió a enseñar a pescar a los andaluces. Fue una torpeza impropia para un candidato fajado en la retórica de los debates políticos pero que, de cualquier manera, no tendrá mucha incidencia en una comunidad resistente a los cambios, electoralmente hablando. UPyD, por ello, en lugar de anunciar medidas, ha pedido al PSOE que no se presente, por respeto a los andaluces dicen, pero a ver si así consiguen entrar en el parlamento.

Y hay falta de promesas. La presidenta Díaz presenta como aval su gestión y, a día de hoy, apenas un par de planes de empleo. Tiene un ojo en su partido y otro en la campaña. Ya se sabe que siempre es más fácil hacer promesas cuando luego no hay que cumplirlas.

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