La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Cuando Maíllo salvó a Valderas

¿Cómo iba a justificar Valderas que quien lo echó de número 2 de la Junta lo 'recoja' para hacer daño a su partido (IU)?

Una de cal y otra de arena. La semana que se cerró con la remodelación del Gobierno andaluz fue también la semana en la que Susana Díaz le metió el dedo en el ojo a sus antiguos socios de Izquierda Unida con el fichaje-trampa de Diego Valderas. Con lo primero Susana mostró reflejos de política seria, apegada a la tierra y capaz de enmendar errores; con lo segundo reapareció la vieja política, la de las intrigas, los golpes de efecto, el regate en corto y el navajeo. La doctora Jeckyll y Miss Hyde.

No me extrañó la reacción airada de Antonio Maíllo, coordinador general de IU en Andalucía, porque la iniciativa susanista se las traía: nombrar comisionado para la Memoria Histórica a su antecesor -de Maíllo- en el cargo, Diego Valderas, para lo cual había que reformar la ley, que se aprobó en marzo, y aumentar, en tiempos de austeridad, el gasto público, puesto que ya existe una Dirección General de Memoria Democrática, dependiente de Cultura.

¿De qué se trataba, en realidad? Pues de aprovechar el estado de fragilidad -sea por necesidad, ambición o vanidad- de un adversario político amortizado para debilitar aún más a Izquierda Unida, ya que Valderas está enfrentado a Maíllo y lidera dentro de IU las posiciones más moderadas y hostiles a la integración con Podemos. Para meter cizaña, en definitiva. Con un oportunismo total: hasta enero de 2015 Susana lideraba un Gobierno de coalición PSOE-IU y su vicepresidente era precisamente Diego Valderas. En enero de 2015 Susana Díaz rompió el pacto con un pretexto artificiosamente engordado (¡que la dirección de la coalición planeaba consultar con sus militantes la continuidad del bipartito! ¿Y qué?, digo yo) y adelantó las elecciones por un interés del todo partidista: para reforzar al PSOE antes de que se consolidara Podemos en Andalucía. Le quitó a Valderas la vicepresidencia y ahora ha tratado de compensarlo, pasando por encima de la organización a la que Valderas sigue perteneciendo. Otra vez la vieja política.

Finalmente, las presiones de IU han surtido efecto y Diego Valderas ha rechazado el regalo envenenado de Susana. La maniobra ha quedado desbaratada. Mejor también para Valderas. ¿Cómo iba a justificar que la misma política y el mismo partido que lo expulsaron del mayor cargo público que ha tenido IU en su historia lo recogieran en un puestecito menor a espaldas de su organización? Habría tirado por la borda toda su trayectoria de coherencia y honradez.

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