HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano /

Mala doctrina

Una vez terminada la guerra del 14, del 2014, quede lo que quede, entraremos en el siglo XXI histórico. Los siglos cronológicos no siempre coinciden con los históricos, ni en todo el mundo empiezan y acaban al mismo tiempo. En las divisiones convencionales que los historiadores hacen para ponerse orden a sí mismos, el siglo XIX empieza en Europa en 1789 y acaba en 1914, con dos acontecimientos luctuosos que no hará falta señalar. El siglo XX acabará seguramente con otra tragedia y los que sobrevivan en la era posnuclear tendrán menos humos y no seguirán ideologías apasionadas. Tampoco tendrán tiempo, preocupados por sobrevivir; ni ganas, porque la lucha por la supervivencia agota a cualquiera. Vean, si no, las películas Blade Runner, La carretera o El libro de Eli, buenas las tres. Las dos primeras son muy del gusto de la progresía; la última, no, por razones compulsivas que el espectador comprenderá.

Es arriesgado profetizar sobre el futuro inmediato tras la guerra. Ni la literatura ni el cine han sabido nunca hacerlo bien. Un escritor fantástico del siglo XIX, no recordamos quién, previó, según los materiales de construcción que se estaban descubriendo entonces, los rascacielos, pero no se le ocurrió inventar el ascensor. Había unas rampas y zonas de descanso para subir y bajar. Se tardaba tanto que los habitantes de los pisos más arriba del diez o doce no se aventuraban a bajar a la calle casi nunca y vivían prisioneros del progreso. Lo que si ocurrirá, porque ha ocurrido siempre después de grandes guerras, es que los modelos de sociedad caducan al mismo tiempo que las ideologías que los sustentan. En el siglo XIX lo moderno y lo progresista era el liberalismo. Ministro liberal de la monarquía hubo que murió ya en tiempos de Franco pensando que era de izquierdas. Ahora pasa algo parecido con el socialismo y sus variadas ramas: lo ha infectado todo, incluso en ciertos ambientes pasa por aristocrático, y esa es la señal más clara de su imparable decadencia.

Tras la quiebra de un orden, con todo lo que comporta, sigue un desorden, pero el desorden es aparente. En realidad se vuelve a un orden natural: la ley del más fuerte, del más hábil, del más inteligente, del más astuto, del mejor preparado para las penalidades y privaciones, para la lucha y, en fin, para resistir, según las leyes naturales de la evolución. No habrá nadie tan desaprensivo que divulgue las malas doctrinas del socialismo. Sería perseguido como un criminal peligroso por ir contra la supervivencia de la especie. Habrá una nueva épica para olvidar el igualitarismo, y unas necesidades de repoblación que acabarán con el feminismo. El cristianismo suavizará la dureza de los tiempos y se fundarán nuevos monasterios para preserva el saber. La guerra del 2014 servirá sobre todo para que la especie humana rectifique sus errores y sobreviva.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios