RECTIFICAR es de sabios, pero tener que hacerlo constantemente es de necios. Últimamente, los irresponsables políticos en materia educativa encadenan un error con una mentira para camuflar su ineptitud con demasiada frecuencia. En la antigua escuela no habría pizarras suficientes para purgar estos pecados copiando sin parar "La educación es el futuro y no estoy a la altura de mi cargo".

El ministro Wert es el alumno rezagado en respeto por la educación pública de calidad. Después de minar el tejido científico español, de recortar las becas o de imponer la reforma negociando más con la comunidad eclesiástica que con la educativa, el capítulo de esta semana ha sido quitarle las ayudas públicas comprometidas a los Erasmus españoles a mitad de curso. La opinión pública se contenta pensando que ha conseguido una pequeña victoria cuando se anunciaba la retirada de esta inmoralidad pero lo cierto es que sólo la Comisión Europea y un Gobierno saturado de quejas han conseguido retrasar esta medida. Sucede lo que ya pasó con la LOMCE: la comunidad educativa, movilizada contra la ley, creyó que había obtenido una pequeña victoria porque se paralizó su aprobación pero tan sólo se consiguió aplazarla para pillarla con el pie cambiado.

Junto a Wert, en la orla de políticos que no respetan la educación hay dirigentes andaluces. La delegada de la Junta en Málaga, Patricia Alba, lleva varios suspensos. Su ineficaz gestión se ha retratado en los bochornosos acontecimientos de inicio de curso en el colegio Los Prados, cuyos problemas de seguridad obligaron a trasladar a los alumnos a otros centros, o en el inexplicable desprecio a La Cónsula -solucionado con meses de retraso- o La Fonda y el CIO de Mijas, aún cerrados. Al menos, el consejero Alonso se disculpó por lo sucedido. Frente a él, el responsable de Economía -Sánchez Maldonado- afirma sin complejos que se mantiene el gasto en educación en Andalucía pero la inversión en la UMA baja un 23% y se sigue arrastrando una deuda de años.

Son el vivo ejemplo de que si la educación es cara, la ignorancia lo es mucho más; políticos con las orejeras puestas y mirando a la pared con los que, realmente, los castigados son los estudiantes que encuentran, en ellos, maestros de la mala gestión y la falta de responsabilidad en este pilar crucial para el futuro del país.

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