MALAS noticias para Andalucía: la inversión en investigación y desarrollo (I+D) se desplomó en la comunidad autónoma en 2012, por segundo año consecutivo y por tercera vez en la historia. El descenso del pasado año superó el 10% (exactamente, el 10,2%, según los datos contenidos en el informe del Instituto Nacional de Estadística), lo que supuso la mayor caída del indicador, por encima de los descensos de 2004 y 2011. El pesimismo viene dado no sólo por lo abultado de la bajada, sino también por sus efectos futuros: significa que la economía andaluza no invierte lo que debiera actualmente, y también que se pone en riesgo una recuperación sólida de la misma, puesto que la I+D es la base para un crecimiento no excesivamente deudor de la coyuntura y para un desarrollo sostenible en el tiempo. Andalucía invirtió en 2012 1.480 millones de euros en investigación y desarrollo, lo que hace retroceder su posición por debajo de los 1.500 millones rebasados desde 2008, cuando la crisis parecía sólo una amenaza negada por las autoridades nacionales y autonómicas. También se registra un retroceso relativo: aunque es la tercera comunidad autónoma en gasto absoluto en ambos parámetros, el impacto del mismo en el Producto Interior Bruto regional quedó reducido al 1,05%, bastante por debajo del objetivo fijado, que es del 2% del PIB en 2013, y lejos de las comunidades punteras en I+D, como País Vasco, Navarra, Cataluña y Madrid. De modo que el paso atrás de Andalucía viene a cortar el proceso de convergencia que esta comunidad había acometido en años anteriores. Los recortes protagonizados por el sector público, tanto en la Administración propiamente dicha como en las universidades, que padecen enormes problemas de financiación, y la crisis que merma las posibilidades de las empresas privadas que habían apostado por la innovación se dan la mano en este proceso de reestructuración a la baja de la I+D para configurar un panorama ciertamente grave para Andalucía. Es de destacar, en todo caso, que está siendo el sector público el más propenso a reducir sus gastos en innovación, a pesar de que el discurso oficial sigue esgrimiendo la importancia estratégica de los mismos. El dato conocido ayer es un auténtico toque de atención, en este sentido, para los gobernantes andaluces, que no terminan de definir con claridad cuáles son sus prioridades. Una de ellas debería ser, claramente, potenciar la I+D a costa de eliminar o rebajar los gastos de funcionamiento de la propia estructura política y administrativa de la Junta. Nos estamos jugando el futuro de una economía que ha de salir de la crisis profundamente renovada.

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