Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Masoquismo occidental

Muchos creen que tenemos que flagelarnos por ser los culpables de que el 'bueno' de Younes pisara a fondo el acelerador

Levantaba la cabeza y ahí estaba ella, con el "por mi culpa por mi culpa por mi grandísima culpa" y dándose golpes en el pecho. Y yo, tenía que hacerlo, la imitaba. Alguien en algún momento había hecho algo muy malo y nosotros, ella, yo y todos los que nos rodeaban teníamos que confesarlo. Nos habían inculcado que lo normal era creer que el hombre no era bueno y que su predisposición al pecado estaba fuera de toda duda. Así era desde la noche de los tiempos. Cuando no era uno mismo el pecador, lo era el prójimo. Alguien. Uno de los nuestros. Y cualquiera de nosotros podíamos ser como él. Éramos igual que él. Era una culpa colectiva -en el colegio pagabas no sólo la que habías liado tú, también pagabas la que montaban otros-, era la suma de la culpa de cada uno de nosotros. Y era muy grande. Y era nociva y te creaba una gran pesadumbre. ¿De qué tenía yo la culpa? Era un niño. Y cualquier gesto, palabra, omisión o acción podía aplastarte durante días con un sentimiento de culpa tan penetrante como el azufre. Una catástrofe natural con centenares de muertos era un designio de Dios. Como fue su voluntad divina un accidente ferroviario en el que murió un compañero de clase que iba para eminencia de lo que fuera que hubiese sido de mayor. En los funerales volvimos a entonar el mea culpa, rogando el perdón que nos saciara la sed de castigo. Y con más golpes de pecho. Terminé desmarcándome de aquello. ¿Qué había hecho yo? Travesuras como mucho.

Ha transcurrido bastante tiempo. Y muchos de los que decían entonces que lo de la culpa era cosa de retrógrados e ignorantes sostienen que los muertos de las Ramblas y de Cambrils, siendo víctimas de los terroristas, son sobre todo la consecuencia de algo que nos hemos buscado nosotros mismos, culpables por pertenecer a una civilización, la occidental, que lleva siglos "oprimiendo, represaliando y masacrando" a pueblos indefensos (como si los asesinados el 17-A tuvieran superpoderes). Y ahora oigo decir eso aquí, que estamos pagando todo el daño que le hemos hecho a esa gente. Y lo dicen quienes antaño se preguntaban por qué nos dábamos golpes de pecho si no habíamos cometido ninguna falta (lo cual era cierto): tertulianos tabernarios, intelectuales de salón y fascistas disfrazados de progres encuentran motivos para la barbarie mientras al fondo se oye el chasquido del flagelo con el que nos azotamos por tener la culpa de que el bueno de Younes Abouyaaqoub pisara a fondo el acelerador.

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