EL lenguaje bélico penetró en el mundo del deporte. Todos abusamos de él. Recuerdo un trabajo en la época de la Facultad, nada científico, en el que un porcentaje significativo de titulares recogían palabras del estilo de lucha, batalla o guerra. Términos grandilocuentes en los que se cae quizá con demasiada frecuencia.

Estuve el pasado miércoles en el Bernabéu, en la ida de las semifinales de Champions entre el Real Madrid y el Barcelona. Esperaba un ambiente hostil y caldeado, vistas las andanadas y reproches previos desde los distintos bandos y la reiteración entre los enfrentamientos. Me sorprendió muy agradablemente ver a aficionados del Barcelona con su camiseta pasear tranquilamente a media mañana por la Plaza Mayor, más tarde por las afueras del estadio, después dentro, incluso alguno mezclado entre el público blanco. Nada llegó más allá de los cánticos entremezclado con algún insulto.

Un ejemplo de civismo para los protagonistas y para las maquinarias mediáticas de la capital y Barcelona, que han llevado este duelo a un grado de crispación que sobrepasa la esfera de lo deportivo. Incluso en periódicos supuestamente serios. Se suele menoscabar a la prensa deportiva por chabacana. En las élites periodísticas se suele decir que en España ocupa el papel de la prensa sensacionalista de The Sun en el Reino Unido o Bild en Alemania, periódicos más vendidos en sus países. Como Marca en España. Volvía en el AVE y leía alguna pieza de algún periódico en teoría serio que me hacía sonrojar y recordar eso de la central lechera que Guardiola soltaba en la previa.

El deporte no deja de ser un asunto trivial. Hay problemas más gordos, muchos más, en un país que da la impresión de desmoronarse. Vale el fútbol como analgésico u opio del pueblo. De cada cuatro conversaciones en la calle o en un bar, tres versaban sobre el clásico del Bernabéu, sobre Pepe y su expulsión, sobre Messi. En fin, algo sobre lo que reflexionar. Sólo pediría que las lecciones de periodismo que quieren dar algunos se les aplicaran a sí mismos. Quizá la sociedad iría un poquito mejor.

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