Cartas

Memoria históricaCorriere della Sera

Mirar para otro lado

La influencia televisiva es tan determinante que, con cierta lógica, se dice que lo que no sale en la tele, no existe. Por eso, sorprende el secuestro de imágenes con que la mayoría de televisiones está tratando el espeluznante caso del doctor Morín y sus lucrativas clínicas abortistas. Y sorprende porque esas mismas televisiones, tan acostumbradas a golpearnos sin pudor con la exhibición de las imágenes más escabrosas, vengan o no a cuento, ahora se manifiestan exquisitamente celosas en privarnos de cualquier filmación o fotografía relacionados con los productos de las habilidades quirúrgicas de Morín, no sea que su visión pueda despertar conciencias e incluso inteligencias. En el colmo del cinismo, esas televisiones tan respetuosas argumentan que si censuran las imágenes es por nuestro bien, porque podrían herir sensibilidades... Seguramente, si las destapadas atrocidades del negociazo abortista, con trituradora incluida, en vez de ser aplicadas sobre bebés prácticamente viables lo hubiesen sido sobre fetos de infelices animalillos, como el lince, sus imágenes habrían sido difundidas con todo lujo de detalles abriendo los informativos de todas las cadenas, nacionales y extranjeras. A este paso, la única esperanza posible de que merezcan mayor dignidad los seres humanos más inocentes e indefensos que morirán sin siquiera haber nacido, será equipararlos a la condición de animales. Los partidarios del aborto saben muy bien que el método más eficaz para su normalización es la censura de cualquier imagen relacionada con el tema. Y si en un descuido se cuela alguna, nos recomendarán mirar para otro lado. A fuerza de mirar para otro lado hay quien ha dado ya tantos giros de cabeza que parece la niña del exorcista.

Miguel Ángel Loma (Correo electrónico)

Lo que vale un euro

El ministro Solbes lleva razón. Los españoles no sabemos lo que vale un euro. Lo llevamos en el bolsillo, lo utilizamos a diario para comprar en el mercado, las tiendas, para pagar el café. Para la gasolina del coche. Para pagar la leche, el pollo y todos los alimentos de primera necesidad que han subido un barbaridad en los últimos tiempos, pero no sabemos lo que vale. Es decir, los precios nos han hecho olvidar a la fuerza cuál es el valor de 166,66 pesetas. Y es normal que a la hora de dejar una propina dudemos y al final pequemos por defecto o por exceso. Pongo otro ejemplo de cómo la influencia directa de los precios en el bolsillo han desorientado a los consumidores. Gran parte de las familias españolas están hipotecadas. Hemos comprado un piso y hemos pagado a cambio un precio no de peseta sino de euro. Si alguien, hace diez años, nos hubiera dicho que íbamos a ser capaces de aceptar préstamos por cuarenta o cincuenta millones de pesetas a cambio de un pisito con total naturalidad no lo habríamos creído.

Emilio Lorca Rábago (Correo electrónico)

La España del presidente José Luis Rodríguez Zapatero ha cerrado, o ha abierto de nuevo (depende de los puntos de vista) las cuentas con su pasado próximo. Treinta años de olvido pueden bastar, había decidido el jefe del gobierno socialista cuando fue elegido en marzo de 2004. Con la decidida oposición del Partido Popular que puso el veto en el Senado y 20 modificaciones a 22 artículos, Zapatero ha decidido poner los puntos sobre las íes del régimen autoritario de Franco: fue ilegítimo. Por lo tanto, fueron también ilegítimas las sentencias de sus tribunales, las persecuciones políticas de sus disidentes, su exilio, la destrucción de las carreras de los funcionarios republicanos.

La Ley de la Memoria Histórica, según los populares, "abre viejas heridas y rencores adormecidos" en una nación y a menudo en las familias, todavía separadas acerca de la atribución de razones y sinrazones de aquella guerra y de los 40 años sucesivos... Las heridas que Zapatero asegura que no quiere abrir de nuevo ya no se ven. La tierra las ha cicatrizado en 70 años y ha borrado toda huella que no esté encomendada a un árbol o un testigo ocular. (...)

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