Metámonos "en eso"

¿Por qué aceptamos como algo irreversible la desigualdad que sufre la mujer en el mundo laboral?

Admito que mi capacidad de sorpresa con Rajoy es muy reducida. Pero me dejó estupefacto cuando Carlos Alsina, hace unas semanas en Onda Cero, le preguntó por la desigualdad salarial que sufren mujeres y la posibilidad de que el Gobierno tomase la iniciativa. El presidente del Gobierno le contestó: "No nos metamos en eso". Es cierto que días después rectificó. Y ahora acaba de confesar el impacto que le supuso enterarse en una intervención de una diputada en el Congreso del trabajo de las kellys (las camareras de piso) en los hoteles canarios y el salario que perciben.

Hasta ahora, Rajoy nos ha dado a entender que nunca conoció el mar de corrupción en el que su partido ha vivido sumergido durante los últimos años, con él al frente de la organización. Es posible que diga incluso la verdad. Porque, realmente, ¿ de qué se entera este mandatario? ¿En qué realidad vive? Desde luego, el Boletín Oficial de la Unión Europea no figura entre sus publicaciones preferidas. Si lo fuera, sabría que la Comisión hace ahora justo cuatro años dictó una recomendación con una veintena de puntos "sobre el refuerzo del principio de igualdad de retribución entre hombres y mujeres a través de la transparencia", que su Ejecutivo debería haber implementado y comunicado al organismo europeo antes del 31 de diciembre de 2015. Nunca lo hizo. Así que sí podía y debía haberse metido "en eso".

La gran movilización social y los ecos de los gritos de cientos de miles de mujeres en toda España han sido un gran soplo de aire fresco. Por fin rompemos con una dinámica absurda a la que nos han conducido unos fracasados prescriptores políticos, y no excluyo a ningún partido, que colocan en nuestra agenda debates absurdos como el ya insoportable sobre la independencia de Cataluña o las identidades plurinacionales que tanto espacio han ocupado los dos últimos años. Pero esta temática no figura en el índice de respuestas y soluciones que necesitan los ciudadanos. ¿Qué pasa con las pensiones, con el modelo educativo tan alejado de los desafíos a los que se tendrán que enfrentar los jóvenes de este siglo? ¿Qué sucede con la sanidad pública y qué medidas pueden acometerse para mejorar el servicio sin hundir los presupuestos? Con la investigación, con la formación para los nuevos puestos que exige una economía cada vez más digitalizada.

¿Por qué aceptamos como algo irreversible la desigualdad de la mujer en el mercado laboral? Las trabas para que asciendan porque ese periodo coincide con el de la maternidad y se las condena a que elijan. Justo cuando se da la paradoja de que el sistema necesita más cotizantes. Si la derecha no reacciona, ¿dónde está la izquierda, más allá de los gestos de galería? El aldabonazo del 8-M representa la ruptura con una agenda de artificio. Metámonos en todo eso y en más.

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