MICHELLE Obama ha vuelto a colocar a Marbella en el escaparate mediático internacional, algo que hace unos años parecía impensable cuando el municipio era motivo de mofa constante por las gracietas de un alcalde corrupto que hundió a la localidad en la miseria. De la visita sólo se pueden extraer conclusiones positivas. Las imágenes de la primera dama de EEUU y de su hija Sasha recorriendo las calles del casco histórico o disfrutando de un baño en la playa han dado la vuelta al mundo. Todos los adjetivos empleados en las crónicas de estos días han sido positivos. Los empresarios de la Costa del Sol han sacado pecho y han destacado que la provincia es un destino seguro.

Hasta ahí nada que objetar, pero que nadie olvide que la Costa del Sol sigue siendo un destino turístico con carencias. Y muchas. Después de más de dos décadas de reivindicaciones y protestas, el saneamiento integral de las aguas de la Costa del Sol sigue siendo la asignatura pendiente. Casi la mitad de los pueblos vierten sus aguas residuales sin depurar a los ríos y aunque se han ido dando pasos de mejora en los últimos años, aún queda un largo camino por recorrer para lograr en 2015, fecha tope fijada por las instituciones, el ansiado vertido cero de aguas fecales al mar.

Aún queda muy lejos el día en el que empezarán a circular los primeros trenes entre Málaga y Estepona, pese a que el tren litoral sea desde hace más de una década una de las grandes promesas electorales de la Administración autonómica para mejorar las potencialidades de la zona occidental de la Costa del Sol. Sin embargo, a día de hoy no se ha movido una sola piedra, a pesar de que a principios de 2009 el ente Ferrocarriles Andaluces sí adjudicó la construcción de un pequeño tramo de 4 kilómetros entre Las Lagunas y la Cala de Mijas. Éste es, de hecho, el único paso oficial que se ha dado hasta la fecha en el impulso de la obra.